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.EL IDEAL DE POBREZA DE SAN FRANCISCO 133 bre, que precisamente se hallaba cerca, tomó un bastón en su mano y salió afuera. Allí esperó hasta que los Frailes hubieran comenzado a comer; pues estaban acostumbrados a no aguardarle cuando no acu– día a la señal. Cuando hubieron comenzado a comer, gritó aquel ver– dadero pobre desde la puerta: "Por amor de Dios nuestro Señor, dad una limosna a un pobre y enfermo peregrino." Los Frailes respon– dieron: "Entra, buen hombre, por amor de ese a quien has invo– cado." Entonces entró de pronto y se mostró a los comensales. ¿Y quién podría expresar la confusión que el peregrino produjo entre los Frailes? Pidió una escudilla y se la dieron. Sentóse en el suelo y junto a sí puso la escudilla sobre la ceniza. "Ahora, dijo, me siento a la mesa como un Fraile menor." Y vuelto a los Frailes añadió: "Los ejemplos del Hijo de Dios deben ligarnos a nosotros más que a los otros religiosos. He visto la mesa preparada y adornada, y no la he reconocido como la mesa de los pobres que van de puerta en puerta" (ºº). La extensión de la Orden por el mundo entero trajo todavía consigo otra mitigación en la práctica de la pobreza, fué la referente al ves– tido: Sabemos que Francisco se atuvo ligeramente al Evangelio de la misión de los Apóstoles, el cual prohibe a los discípulos llevar oro, plata, cobre, alforja, dos túnicas, zapatos y báculo para el camino ( 971 ). Según esto el Santo Fundador .no permitía llevar más que una túnica con la cuerda y los paños menores. Lo más permitía que por razones de humildad y de calor cosieran a la túnica pedazos de paño burdo "por dentro y por fuera los que querían" ( 98 ). Creía no poder permitir más, si había de permanecer fiel al Evangelio. Ahora bien, es verdad que el Salvador di6 el mencionado precepto al enviar por primera vez a sus discípulos a las comarcas circunvecinas. Pero algo más tarde al enviarlos a regiones más lejanas les permitió llevar sandalias y báculo ( 99 ). Y por fin cuando llegó la hora de la pasión y de las persecuciones, entonces contrariamente a lo anterior, les mandó tomar bolsa de dinero y alforja y manto (1ºº). Parece que Francisco pasó por alto estos pasajes del Evangelio y que por eso pre– cisamente se opuso a toda mitigación en la cuestión del vestido de la Orden. Pero las circunstancias le forzaron a admitir algunas mitiga- (96) T110M. C.EL . II, n. 61. (IH) MAT., X, 9 s. (IIB) Testament.; Opuse. LEMMENS, 79; BoEuMER, 37. (OO) MARc., VI, 8 s. Cfr. P. SomON, o. F. M,, Dar Armutside11l des bl. Fr,mz • von A.risi, en "Franz. Studien", IV (1917), 10 s. . (IOO) "Et dixit eis: Quando mísi vos sine sacculo et pera et calceamenris, : nunquid aliqu1d defuit vobis? At illi dixerunt: Nihil. Dixit ergo eis: Sed nunc qui habet sacculum, tollat similiter ce pcram, et qui non habet, vendat runicam suam et emat gladium." Luc., XXIl, 35 s. í .. ... i · . t j .. .. j¡ l. , ~ ..
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