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EL IDEAL DE POBREZA DE SAN FRANCISCO 113 las órdenes antiguas conocían sí el voto de pobreza, pero este sólo tenía por objeto privar del derecho de propiedad a cada uno de los , miembros, mientras que el monasterio y la Orden como tales siempre tenían posesiones en común. "Los más probados y sabios varones en las órdenes religiosas antes de San Francisco y Santo Domingo aban– donaron sus bienes, pero de modo que los poseían en común", observa ya muy exactamente San Buenaventura ( 2 ). Los antiguos monasterios no hubieran podido vivir siquiera, ni conseguir su misión religiosa y , civilizadora sin tener propiedad. Pero por desgracia las propiedades y haciendas de las abadías y monasterios fueron coa el tiempo to– mando tal extensión y traían consigo un lujo tal entre los monjes, que con frecuencia ya no quedaba ni rastro de un verdadero ideal de pobreza. Verdad es que desde el siglo x varias congregaciones reformadas intentaron volver de nuevo a la pobreza y sencillez conformes con su estado, pero sin lograr éxito decisivo y duradero. La más poderosa reforma de la pobreza tuvo lugar a principios del siglo xn con los Cistercienses, y aún pareció que por el influjo de San Bernardo iba a extenderse a las órdenes militares ( 8 ). Pero los mismos Cistercienses nunca pensaron en renunciar a la posesión de bienes. Lo que hicieron reunir en uno ambos institutos (TooM. CEL., Il, n. 150), quiso Domingo por 1o menos aprovechar las originales instituciones de los Frailes Menores, sobre todo la pobreza, según lo hace notar ya FR. ÁNGEL DE. CLARE.•m: •tsanctus vero Domi– nicos ... servatione evangelicae paupertatis, quam vidit et audivit n Sancto Fran~ cisco et eius sociis, anímatus superaddidit regulae Sancti Augustiní paupertatis evangclicae altissimam perfectionem: non habere in communi." (EHRLE 1 Die Briefsmrmlung des Fr. Angelus de Clarino 1 en: Archiv für Literatur-1md Kir– ciengeschichte, l, 559.) Por lo demás, Santo Domingo no consideraba. la renun– cia a toda posesión corno un medio de santificación propia, según lo hacía I Francisco, sino sólo como un medio para ejercitar más libremente el Aposto– , '. 1 lado. (Cfr. DENIFLE, Die Konstitutionen des Prediger-Ordens vo1n Jabre, 1228 1 't en "Archiv.", l. c., I, 182 s). Véase también BERTIIOLD ALTAN"ER, Die Amzut– :} sídee des hl. Dominikus, en "Theo1ogie und Glaube", XI, 1919, 405-417; Die Reziehungen des hl. Dmninikus zum hl. Franziskus, en t'Franziskanische Stu– dien", IX, 1922, 1-28. Según ALTANER el encuentro de Santo Domingo con San Francisco no tuvo lugar hasta. después de 1218, en cuyo caso en la cuestión de la pobreza Domingo no habría sido influido directa y personalmente por Francisco, sino indirectamente, por el movimiento de pobreza iniciado por los franciscanos. (2) l,Viri probatissimi et sapiencissirni in religionihus ... sic sua reliquerunt, quod communia possederunt." De paup.ertate evangelica, q. 2, a. 2; Opera, t. V, 136. S. BENITO DE ANIANE, en el siglo L"t, nos da un cuadro completo de las prescripciones acerca de la pobreza, contenidas en las antiguas reglas monásticas. (Concordia regulannn, c. 42, en MIGNE. P. L., 103 1057, ss.) (B) Véase la Regla de los Templarios redactada por San Bernardo, en el Concilio de Troyes, en 1128, en Scmru-RER, Die ursprüngliche Templerregel, Friburgo de Brisgovia, 1903, 135.
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