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AMOR DE SAN FRANCISCO A LA POBREZA 103 ñaba lo que yo debía hacer, sino que el mismo Altísimo me lo reveló" ( 33 ). Pero esto solo nos explica que Francisco considerara corno un deber la estrecha observancia del Evangelio y que cumpliera ese deber en una plena sujeción a la voluntad de Dios. Pero si preguntarnos por qué abrazó la pobreza con un amor tan inaudito, por qué la amó corno a una esposa, hay que responder: porque en la pobreza veía la condición fundamental de la perfección evangélica, del apostolado evangélico y de la caballería evangélica. Todos sabían por el Evangelio que la pobreza es una de las condi– ciones de la perfección evangélica; por eso nunca existió una Orden religiosa que no prescribiera la pobreza y no la considerara corno una parte esencial de la vida de perfección. En tiempo de las Cruzadas con el entusiasmo por los Lugares Santos volvió a despertarse en mu– chas almas escogidas también la estima de la pobreza evangélica. La fundación de los pobres "Caballeros de la milicia de Cristo" ( 34 ), de los caballeros de San Juan ( 35 ), los escritos de San Bernardo de Cla– raval ( 36 ) y del abad benedictino Ruperto de Deutz ( 37 ) y todo el movimiento a favor de la pobreza en el siglo xn, prueban suficiente– mente que poco antes de aparecer San Francisco había muchos que estaban convencidos de la importancia de la pobreza para la perfección cristiana. Entre éstos se contaba Francisco ya mucho antes de que se le hubiera revelado su vocación a la pobreza, cuando abrió por tres veces el libro de los Evangelios. Mas desde entonces el Santo miró corno dichas para sí y para sus discípulos aquellas palabras del divino Maes– tro: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme" ( 38 ). Ahora sabía con certeza infalible que la pobreza es no sólo una condición sino la condición esencial de la perfección evangélica. Esta convicción se manifiesta en él continuamente. Es significativo que aunque Francisco mandó a sus Frailes guardar el Evangelio en general, sin embargo la Regla primitiva de la Orden se componía casi exclusivamente de los textos evangélicos sobre la (33) Testcrm., Opuse., LEMMENS, 79; BoEHMER, 37; Tres Socii, n. 29. (34) Así son llamados los Templarios en la regla primitiva. LucAE HoLSTE– NII Codex Regularum t. II, Augustae Vindelicorum 1759, 431; SCHNÜRER, Die urspriinglicbe Templerregel, Friburgo de Brisgovia, 1903, 130. (35) Regula Militum Hospitalis S. Ioannis Hierosolymitani, c. 7 s., en HoL– STENJus, ibid. p. 446. (3G) S. BERNARDI sermones de diversis, 22, 2; 27, 3; 37, 7; MIGNE, Pat. Lat., 183, 596, 613, 642. (37) De •vita vere apostolica, l. I, c. 3, 8; M1GNF, Pat. lat., 170, 615-616. (38) MAT. XIX, 21.
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