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AMOR DE SAN FRANCISCO A LA POBREZA 99 iremos a la iglesia y conoceremos por el libro de los Evangelios lo que el Señor enseñó a los discípulos sobre este punto." A la madrugada del día siguiente (16 de abril) se dirigieron Fran– cisco y Bernardo, juntamente con un tercer compañero, el jurista Pedro Catanii ( 13 ), a la iglesia de San Nicolás de Asís. Después de orar fervorosamente, rogaron a un sacerdote que abriera tres veces el libro de los Evangelios. La primera vez leyeron: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven, sígueme." La segunda vez: "No toméis nada para el camino; ni bastón ni bolsa, ni pan ni dinero, ni tengáis dos túnicas." La tercera vez: "Quien quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame." Inundado de gozo Francisco dió gracias a Dios que les había mos– trado a él y a sus discípulos el camino de la pobreza. Después excla– mó: "Hermanos, ésta es nuestra vida y nuestra regla y la de todos aquellos que quieran juntarse a nuestra compañía. Id, pues, y cumplid lo que acabáis de oír." Ellos repartieron sus bienes entre los pobres, se vistieron como Francisco y "vivieron con él según la forma del Evangelio que el Señor les había mostrado" ( 14 ). Con esto sentíanse tan llenos de gozo como si hubieran encontrado un gran tesoro en el campo evangélico de la Dama Pobreza, por amor de la cual generosamente y con gusto despreciaban como estiércol todo lo terreno. Regocijábanse en el Señor dondequiera que andu– viesen, y más que nadie Francisco, que con clara y poderosa voz ala– baba al Señor, cantando en francés canciones amorosas y ensalzaba al Altísimo, que les había dado el sagrado tesoro de la Dama Pobreza ( 15 ). Después que en medio de una atmósfera verdaderamente primaveral hubieron ensayado aquella forma de vida, se dirigieron a Roma para hacerla reconocer por el Papa. "Vayamos, les dijo Francisco, a nues– tra Madre, la santa Iglesia romana, y comuniquemos al Papa lo que Dios ha comenzado por nosotros, para que según su voluntad y man– damiento continuemos lo que hemos comenzado" ( 16 ). Con pocas y sencillas palabras hizo escribir la nueva Regla ( 17 ), la ( 1 3) Véase sobre él SABATIER, Spec. perf., p. 70, nota 2. (14) Véase toda la narración en los Tres Socii, n. 27-29; más breve en THoM. CEL. I, n. 24. (15) "Euntes autem... exultabant vehementer in Domino, sed vir sanctus alta et clara voce laudes Domini gallice cantans benedicebat et glorificabat Altissimi bonitatem. Tanta vero erat in eis laetitia, quasi magnum thesaurum invenissent in evangelico praedio Dominae Paupertatis, cuius amore omnia temporalia velut stercora contempserant liberaliter et libenter. . . In paupertate plurimum laeta– bantur." Tres Socii, n. 33, 40. (lG) Tres Socii, n. 46; THOM. CEL. I, n. 32. (17) Testamentzcm; Opuse., ed. LEMMENs, 79; BoEHMER, 37.

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