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98 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Éstos son los Desposorios de San Francisco con la esposa pobreza, como lo canta el poeta de la Divina Comedia en versos inmortales: Joven aún, ya riñe con su padre por una esposa, a quien como a la muerte nadie con gusto suele abrir la puerta; y ante la curia episcopal con ella se desposó por siempre coram patre y su amor aumentó de día en día ( 1 º). Dichosísimo con el amor de su Dama Pobreza emprendió con ella el camino de la nueva vocación, que Dios le iba a mostrar cada vez con más claridad. Nada llevaba consigo sino una camisa y una capa vieja que le había dado un criado del Obispo y sobre la cual había marcado con un ladrillo la señal de la cruz, su blasón de caballero de Cristo. Habiéndole los ladrones quitado un día su pobre vestido, pidió de limosna y obtuvo de un amigo de Gubbio un hábito de ermitaño: una corta túnica, un cinturón de cuero, zapatos y el bastón de penitente. Vestido de esta manera se ocupó dos años en edificar iglesias, viviendo de limosna y gozando de inefables delicias con su Dama Pobreza. Entonces dispuso Dios que cierto día -era el 24 de febrero de 1209 (1208)-, asistiendo Francisco a misa en la Porciúncula oyera leer el Evangelio de la misión de los apóstoles: "Id, predicad y decid: El reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. De balde habéis recibido, dad de balde. No llevéis oro ni plata ni cobre en vuestros cintos ni alforjas para el camino ni dos túnicas ni zapatos ni báculo" ( 11 ). Estas pala– bras cayeron en su alma como una revelación. "Esto es lo que yo busco, lo que de todo corazón deseo", exclamó lleno de júbilo; arrojó el bastón y los zapatos, tomó una cuerda en vez del cinturón de cuero y se hizo un miserable vestido de tela burda (1 2 ). Ahora era Francisco evangélicamente pobre en todo el sentido de la palabra. Pronto conoció que debía ser también el fundador de una sociedad de Frailes igualmente pobres. Arrastrado por su ejemplo, juntósele un día Bernardo de Quintavalle, noble de Asís, y le dijo: "Hermano, quiero repartir todos mis bienes terrenos, según mejor te parezca, por amor de mi Señor, que me los ha dado." Francisco no quiso decidir por sí mismo sino que respondió: "Mañana temprano (10) DANTE, Divina comedia, Paraíso, canto 11. ( 11 ) MAT., X, 8-10. ( 12 ) THoM. CEL. 1, n. 16, 21-22; Tres Socii, n. 25; loRO. A IANo, n. 1-2; S. BoNAV., C. 3.
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