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EL CABALLERO DE CRISTO y se SEÑO~ le había llamado para ser caballero: él quería acreditarse como pa– ladín. Cómo lo entendiera él exactamente, se deduce de la relación feu– dal en que estaba el vasallo con respecto a su señor feudal. El vasallo debía salir a la guerra con su señor, combatir a su lado y acompañarlo hasta la muerte. En eso estribaba la lealtad caballeresca, la fiel co– rrespondencia al "apellido". Es claro que esto tenía por consecuencia una relación no sólo de servicio sino incluso personal del vasallo con su señor. Tal actitud del vasallo frente al señor feudal se expresaba aún más claramente en el llamado "homenaje", en virtud del cual el vasallo se hacía "hombre" de su señor, reconocía a éste por su superior y prometía "serle propicio y asistirle'' con amistosa adhesión. Ambas cosas, lealtad caballeresca y homenaje caballeresco, prometía el vasallo cuando, hincadas las rodillas y poniendo sus manos juntas en– tre las manos de su señor, prestaba el juramento ele vasallaje. Para el Caballero de Cristo, Francisco, era evidente que él estaba ligado a su Señor soberano por ese juramento de fidelidad y homenaje. El caballero, "acudiendo fielmente al apellido", se hacía hombre leal (homo legalis). Su lealtad nunca debía vacilar, como nunca vacila la fidelidad de Dios: "sed fieles, constantes, sin tacha, pues Dios abra:::a, el núcleo de la fidelidad y aborrece toda falsía". Así se le decía al caballero ( IO). Tildarle a un caballero de desleal era la mayor injuria que podía lanzársele (II ). La felonía, el quebran– tamiento del deber de fidelidad, hacía del caballero un proscrito, se castigaba con la muerte y conducía a la compañía de los "ejércitos ele demonios que arden en azufre" (12). Francisco estaba profundamente penetrado ele estas ideas. Sabía que él y sus frailes estaban obligados por un doble motivo a acudir al apellido del "Señor ele los ejércitos" (Deut., IO, 17). Primero, por– que el Salvador llama a todos los hombres a su seguimiento (13) y (ro) ,voLFRAM voN EscHENBACH, Par:::izml, IX, 888-890. - Cfr. Tristan, V, 5027 sig., 5048; Rolanáslied, 1975-1977. (II) Chanson de Roland, 1820 sigs., 3338 sigs., 3831 sigs.. 39Ó-l sigs.; Ro– landslied, 6114 sigs., 9009 sigs. (12) Rolandslied, 2378 sigs., 2398 sigs. (13) "El r¡ue me sigue 110 anda en tinieblas, sino que tiene la luz de vida". (In., 8. 12.) "Ejemplo os he dado. para que, como yo hice con vosotros, así hagáis también vosotros" (In., 13, 15).

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