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90 EL CABALLERO DE CRISTO FRAXCISCO DE ASÍS Cuando Fray Gil, aquel hermano sencillo, pero ingenioso en el fondo, pidió al Santo el hábito ele la Orden, éste le indicó: "Amigo mío, Dios te ha hecho una gran merced. Si el emperador viniera a Asís y se dignara tornar a un simple ciudadano por caballero, camarero y con– fidente "suyo, ¿ no debería éste alegrarse mucho? Pues ¿ cuánto más debes alegrarte tú, ya que el Señor te ha escogido para caballero y servidor muy amado?" (5). Este episodio es muy instructivo. Los compañeros de Francisco no debían limitarse a ser caballeros ordinarios, sino paladines bien probados, confidentes y muy queridos del Señor. A la vista ele las excelentes propiedades ele Fray Gil, el Santo llegó a exclamar: "Este es mi caballero de la Tabla Redonda" (6). Constantemente los doce heroicos caballeros del rey Artús estaban ante su vista como dechado de sus compañeros ; y refiriéndose a frailes celosos y valientes pudo decir lleno de júbilo (7): "Estos son mis ca– balleros ele la Tabla Redonda". En otra ocasión, después ele recordar a un novicio cómo Cario– magno y sus doce paladines combatieron por Cristo, por la Iglesia y por la fe, añadió (8): "El emperador Carlomagno, Rolclán y Oliveros y demás paladines y animosos guerreros se distinguieron por su valor en el combate, persiguieron a los infieles hasta la muerte en dura lu– cha. obtuvieron sobre ellos señaladas victorias y al fin murieron en la pelea como mártires por la fe ele Cristo. Y ahora hay muchos que quieren adquirir honra y alabanzas humanas sin más que contar las hazañas que aquellos llevaron a cabo". De aquí se desprende que Francisco estaba muy familiarizado con la Canción de Roldán y los poemas ele Artús (9), y además que veía en los paladines de la epopeya francesa y de la poesía heroica bretona los tipos ele su propia milicia y caballería ele Cristo. El Señor (_:;) Vita Fr..·lcqidii. erl. "Analecta franc. ". 3. 1897, 75. (6) L. c., 78. (7) Spec. perf.• c. 72. (B. A. C.. 7.¡o.) (8) SpC'c. perfec.. c. .¡ (B. A. C.. 673). - El Beato Fray Gil aplicó eso lisa y llanamente a los frailes ociosos: "1f nchos entran en la Orden, pero no hacen lo que conviene a religiosos. Estos son semejantes a un aldeano que se pusiera la armadura de Roldán. pero no supiera combatir con ella. No todos los hom– bres eran capaces de montar el caballo Bayardo (de Roldán) y mantenerse fir– mes en él. No tengo por cosa grande el entrar a la corte real y recibir regalos del rey; pero saber portarse como conviene en la corte del rey, eso sí que me parece cosa grande. La corte del gran Rey es el estado religioso" ... Dicta b. Aegidii Assisiensis, Quaracchi, 1905, 63. (9) Véase al final del capítulo r.
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