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• 86 EL CADALLERO DE CRISTO FRA!',CISCO DE ASÍS (1221). En ella hay dos capítulos acerca del apostolado. Uno de ellos (cap. 17) trata de la predicación entre los fieles; el otro (cap. 16), de las misiones entre los '' sarracenos y otros infieles" (39). Dos años más tarde redactó la Regla definitiva, en la cual volvemos a encontrar esos capítulos en forma más reducida, pero esencialmente idéntica (39 bis). Con respecto a las misiones entre infieles. establece Francisco en ella para tocios los tiempos : "Si algunos. por divina inspiración, quisieren ir entre los sarracenos y otros infieles, pidan licencia a sus Ministros. Y los Ministros a ninguno den licencia de ir sino a aquellos que vieren ser idóneos para ser enviados". Con eso, las misiones entre los musulmanes y otros infieles quedan declaradas parte esencial del apostolado franciscano ; es más, el Santo las consideraba como el más noble cometido ele la Orden. Hablando en cierta ocasión ele las ocupaciones a que pueden dedicarse los Frailes en virtud de santa obediencia, elijo: "La más grande obediencia, aque– lla en que no tienen parte la carne y la sangre, es cuando uno, por divina inspiración, marcha entre los infieles, ya por el bien de los pró– jimos, ya por deseo del martirio. Solicitar de los Superiores esta obediencia es sumamente agradable al Señor" (40). Ningún fundador de orden religiosa, ningún instituto eclesiástico antes ele Francisco había empleado semejante lenguaje. Si bien antes ele ahora habían ido muchos misioneros por el mundo, el '' Poverello" ftté el primero que incluyó en su Regla el apostolado entre infieles. Es, en general, el primer occidental que llevó la fe a los pueblos fuera ele Europa. Desde el tiempo ele los Apóstoles fué el primer mensajero ele la fe que escribió en su bandera el lema ele la conversión del mundo entero. Ahora bien, ¿ cómo es que aquel sencillo hijo ele un pañero de Asís llegó a concebir una idea tan grandiosa? Cierto que se sentía llamado a ejercer el oficio de la predicación, puesto que el Evangelio de la misión ele los Apóstoles había siclo para él una revelación. Pero ¿ quién le encaminó hacia los "sarracenos y otros infieles"? ¿ Cómo se entien– de que siguiera hacia sur, este y oeste las huellas de los caballeros cruzados y reputara el morir mártir por Cristo como la más grande suerte? Sólo se explica teniendo en cuenta que estaba imbuido en el ideal caballeresco de la época ele las Cruzadas. Sabemos ya que la institución (39) Opuse., 43-48. (B. A. C., 14-17.) (39 bis) Opuse., 71, 73. (B. A. C., 30, 32.) (40) Ce!. II, 152. (B. A. C., 477.)

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