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So EL CABALLERO DE CRISTO FRANCISCO DE ASÍS alababa al Altísimo y ensalzaba su bondad infinita. A todo el que encontraba en caminos y senderos, en ciudades y aldeas, exhortaba a temer y amar a Dios y hacer penitencia por los pecados cometidos. Mas Fray Gil, que era el cuarto en la compañía, aconsejaba a las gen– tes que escucharan y creyeran a Francisco, pues sólo buscaba su bien (13). Al cabo de algún tiempo juntáronseles otros cuatro compañe– ros (14). También a éstos los enderezó el Fundador hacia la actividad apostólica, diciéndoles: ''Consideremos, hermanos carísimos, nuestra vocación, a la cual misericordiosamente nos llamó Dios, no sólo para procurar nuestra salvación, sino la de muchos, yendo por el mundo para excitar a los hombres a que hagan penitencia de sus pecados y se acuerden de los mandamientos ele Dios. No temáis viéndoos pe– queñuelos y sin letras, mas con toda confianza predicad sencillamente la penitencia, fiados de Dios, vencedor del mundo, cuyo espíritu ha– blará por vosotros y en vosotros y moverá a todos a volverse a Él y a observar sus preceptos" (15). Después ele haberlos instruíclo durante algún tiempo en la nueva profesión. trazó en el suelo una cruz, cuyos brazos señalaban las cua– tro partes del mundo, y mandó a sus frailes de dos en dos en las cuatro direcciones. Cuando entraban en una ciudad, villa, aldea o casa, daban el saludo ele paz e inducían a todos a temer y amar al Creador de cielos y tierra, y a guardar sus mandamientos. Eran mansos y ama– bles con amigos y enemigos, edificando a todos y ganándolos para Dios con su palabra y ejemplo. Pasado algún tiempo, volvieron a su residencia de la Porciúncula, se recogieron en oración y meditación, contaron los acontecimientos ele sus correrías y se fortalecieron unos a otros para trabajar ele mte– vo sin descanso en la viña clel Señor (16). Entretanto el número de compañeros había llegado a doce, el número completo del colegio apostólico. El Santo sintió la necesidad ele obtener la aprobación eclesiástica para su modo de vida y la mi– sión formal ele la Iglesia para su actividad apostólica. "Hermanos -- les dijo (r7) -. veo que el Señor en su rni:'ericordia quiere acre– centar nuestra congregación. Vamos, pues, a nuestra Madre la santa Iglesia Romana y demos cuenta al Papa de lo que el Señor ha comen- \ 13) Socii, 33. (B. A. C., 816.) (14) Ce/. I, 25, 29; Socii, 35. (B. A. C., 301, 30..¡, 815.) (15) Socii, 36. (B. A. C., 817.) (r6) Socii, 37-45. (B. A. C., 818 sigs.) (17) Sorii, ..¡6. (B. A. C., 823.·1

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