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7() EL CABALLEfüJ DE CRISTO FRAXCISCO DE ASÍS en su Testamento hizo escribir estas conmovedoras palabras: "El Señor me dió tal fe en sus iglesias. que así simplemente adoraba y decía: - Adorámoste, santísimo Señor Jesucristo, a(1uí y en todas las iglesias que están en todo el mundo, y te bendecimos porque por tu santa Crm reclimi~te al mundo --. Y después el Señor me dió y cla tanta fe en los sacerdotes que viven según la orden ele la santa Roma– na Iglesia, por causa ele sus úrelenes, que, si me persiguieren, quiero recurrir a ello·s. Y yo quiero temerlos, amarlos y honrarlos como a mis señores, porque yo veo en ellos al Hijo ele Dios y son mis señores. Y esto lo hago porque ninguna cosa veo corporalmente en este munclu de este altísimo Hijo ele Dios. sino su santísimo cuerpo y preciosa sangre, que sólo ellos consagran y reciben y administran a los otros. Y estos santísimos misterios sobre todas las cosas quiero honrar y reverenciar y en lugares preciosos colocar" (27). Para el servidor del santo Cristo era todo esto un deber ele leal vasallaje, desde el momento que su Señor y Salvador Crucificado le había ordenado: "Francisco. ¿ no ves que mi casa se desmorona? ·ve, pues. y repárala" (28). (27) Testamcntu111, Opuse. 78 sig. (B. A. C., 34:i (28 l Expresamente atestigua Francisco c¡uc el Señor le dió esa profunda y viva fe en las i¡.dcsias, en sus ministros y misterios, desde el momento c¡ue volvib las espaldas :tl mundo, es decir, desde que recibió la revelación del Cru– cifijo de San Damián: "Et pastea parum steti et exivi de saeculo. Et Dominus rkllit mihi tantam fidern in ecclesiis "... Test., l. c.

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