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SERVICIO PERSO::-;AL DEL C.\BALLERO DE CRISTO 73 lla recogiendo restos de manjares, para comérselos después radiante de alegría, sentado en cualquier escalón. :\fas no todos le aclmirahan. Había quienes hacían chacota de él, dondequiera que aparecía. Su padre estaba poseído ele un inmenso dolor a la vista de esa conducta, pues Francisco había siclo de niño su amor, de mancebo sn orgullo, de joven toda la esperanza del renombre y grandeza de su casa. Y ahora andaba vagando como un miserable mendigo por las calles ele la ciudad y devoraba con avidez desechos que antes no habría osado tocar. Tal vengüenza y pesadumbre se apoderó de Bernardone, que maldecía a su hijo siempre que se encontraba con él. Esto era insoportable para Francisco. Partíasele el alma cada vez <¡ue esas maldiciones penetraban en sus oídos. Para restarles efica– cia, tomó consigo, en lugar del padre, a un hombre pobre y des1Jrecia– ble que se llamaba Alberto (13). "Yen conmigo-le dijo--: yo re– partiré mis limosnas contigo. Mas cuando veas cómo mi padre me maldice y yo te diga: Bendíceme, padre-, haz sobre mí la seíial de la cruz y bendíceme en lugar de él". Y cada vez que el pobre le bendecía de esa manera, decía Francisco a su desnaturalizado padre: "¿No ves cómo Dios puede darme un padre que me bendiga contra tus maldiciones?" (14). Sus hermanos compartían la dureza de Bernardone. Cierta maíia– na de invierno. su hermano Angel (r 5) encontró en una iglesia a Francisco, que estaba tiritando de frío, pues llevaba ya largo rato entregado a la oración, vestido sólo con su delgada túnica. Al pasar dijo Angel a un vecino suyo, en son ele burla: "Anda, dile a Fran– cisco que te venda una gota de sudor". -- "Lo siento mucho - res– pondió el varón de Dios, en francés, inundado de alegría y lleno de fervor de espíritu - : mucho más caro he de vender este sudor a mi Señor" (16). La obra de cal y canto de San Damián estaba casi terminada cuan– do ocurrió ese suceso. Francisco se preocupó todavía de decorar pobre, pero dignamente el interior del santuario, no olvidando ni siquiera la iluminación. Además de la lámpara, que ya antes había fundado, debían arder otras luces delante del santo Crucifijo. Así, pues, nueva– mente se dirigió a la ciudad a pedir aceite. (13) Annny111. Pcrns. (ed. "1Iisccll. Franccsc. ", ,J, 37, n. 9.) (14) Socii, 23. (B. A. C., 810.) (15) Acerca del nombre Yéase CRlSTOL\N[. Storic di ,-lssisi. I, 78 sig.; Acta Sanctorum, oct., t. II, 556; "Archiv. Francisc. ", I, 248 sig. (r6) Cel. TI, r2; Socii, 23. (B. A. C., 393, Sn.)

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