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58 EL CABALLERO DE CRISTO FRANCISCO DE ASÍS de la iglesia. Dió humildemente gracias a don Pietro por su hospitali– dad y entró a orar en la capilla (8). Pasaba el tiempo. En casa de Bernardone aguardaban hora tras hora el regreso de Francisco. En vano. Temiendo alguna desgracia, le buscaron por todos los caminos y rinconadas, hasta Foligno, distante diez millas. Por fin dieron con él en San Damián, donde estaba tra– bajando en la iglesia. Mas no hubo manera de hacerlo volver a casa, pues decía que se había hecho servidor ele Dios. Indignóse Bernardone y resolvió echar mano ele un recurso extremo : covocó a sus amigos y vecinos y corrió con ellos a San Damián. Francisco oyó desde lejos las amenazas ele sus perseguidores. Y como él, según la expresión de los Tres Compañeros, era bisoño entre los caballeros ele Cristo, no osó hacer frente a la primera acometida del enemigo. Huyó, pues, a una de las muchas cuevas existentes al pie del monte Subasio, que ya ele antemano se había escogido para este fin. La banda pasó ele largo como una tromba, sin descubrir el es– condite. Este lugar era conocido solamente ele don Pietro y ele un criado ele su casa paterna. que ele tiempo en tiempo le traía algún alimento. Estaba a solas con Dios. Con ayunos y oraciones invocaba la mi– sericordia ele su Salvador crucificado, en quien ponía toda su confianza cuando no cabía esperar nigím socorro humano. Conjuraba al Señor ahincaclamente que le librara ele las manos de sus perseguidores, a fin ele que pudiera reparar la capilla de San Damián según el encargo recibido. Un mes entero pasó en esta soledad. Por muy lastimosa que pare– ciera su situación, sentíase sumamente feliz, pues Dios lo llenaba ele gracias abundantísimas. Su alma se fortalecía más y más y en dura lucha iba adquiriendo sentimientos ele auténtico caballero. Impulsado por ellos. comenzó a avergonzarse de su temor, que ahora se le antoja– ba cobardía. Dejó animoso la cueva, dispuesto a luchar y padecer por el Señor. Embrazando el escuelo de la fe. armado con el arnés (8) Ce!. I, 8-9; Sucii, 16. (B. A. C., 291 y sig., 806.) - Que Francisco tenía realmente intención de hacerse oblato de la capilla, se desprende claramente de bs palabras del biógrafo: ... "orans (Franciscus) enixius et deprecans sacerdotem ut eum secum morari pateretur. Acquievit tanclem sacenlos de mora illius". Pre– cisamente con estas expresiones "mora, morari ", se indicaba la situación ele los oblatos (ofrecidos). Los estatutos comunales de Asís (en FoRTrnr, 149, n. ro) definen expresamente: "Oblatum et oblatam eiusclem hospitalis, ibidem moram habentes ". Añádase a eso que Francisco, en el proceso con su padre, aparece luego corno oblato de San Damián.
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