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' EL CABALLERO DE CRISTO FRANCISCO DE ASIS casa se derrumba? Ve, pues, y repárala". Tres veces sonaron estas palabras con indecible dulzura y creciente insistencia. Lleno de gozo y tembloroso al mismo tiempo, respondió Francisco : "De buena gana lo haré, Señor". Y fué tan grande su emoción interior que casi se quedó en éxtasis. Y se sintió iluminado de tal claridad espiritual que recono– ció sin duda alguna que el mismo Crucificado le había hablado. Después de dar rendidas gracias por la merced recibida, dejó la capilla. Al salir al campo, encontró a don Pietro sentado en un banco al abrigo ele la iglesia. Dió al sacerdote el dinero que llevaba consigo, y le elijo: "Ruégoos, señor, que compréis aceite para alimentar ele continuo una lámpara delante del Crucifijo. Cuando este dinero se hu– biere gastado, ya me cuidaré yo ele todo lo demás, a fin ele que esa santa imagen sea siempre honrada dignamente". Y marchóse presu– roso a poner por obra la orden del Crucificado (12). Pero ese mandato ¿ no le desviaba definitivamente ele la carrera caballeresca? Muy al contrario: el Crucifijo ele San Damián le habló en lenguaje perfectamente caballeresco (13). El trabajo ele construir iglesias y monasterios aparece a menudo en las canciones ele gesta como cuestión ele honor ele los héroes medievales. Acarrean arena, mez– clan el mortero, labran piedras, levantan paredes, en una palabra, trabajan como simples peones y obreros. Reinaldos de Montalbán, Girarclo ele Rosellón y otros muchos campeones consagran una parte ele su vida a construir o reparar edificios sagrados. Según eso, la orden del Crucifijo no significaba a los ojos ele Francisco otra cosa que su definitiva admisión en la caballería. Era además esencial el hecho de que Cristo mismo fué quien le habló desde la cruz. Hasta los escuderos seglares eran promovidos a caballeros bajo la señal ele la cruz (14). Durante las Cruzadas el supremo deber del caballero era ser "es– canciano y campeón de Cristo", ser hasta la muerte un fiel "vasallo del santo Cristo, que fué martirizado por nosotros" (15). Con más razón aparecen los caballeros de las órdenes militares como compañeros de armas y de luchas ele Cristo. Si antes, como caballeros seglares, profesaron la milicia no por amor de Cristo sino (12) Ce!. II, IO y sig.; Socii. 13 y sig.: Bonav., 2, I. (B. A. C., 391 y sig., 806, 531.) (13) Lours GrLLET, Sur les pas de St. Fran,ois d'Assisc, en "Revue des Deux Mondes", 96 année, IS aoút 1926, pág. 756 y sig. (14) Las pruebas en E. MrcIIAEL, Kultur:::urstiinde des deutschen Volkcs wiilzrend des IJ. Jahrlumderts, Friburgo de Br., 1903, 238-240. (15) Rolandslied des Pfaffen Konrad, V, 5158 y sig., 5169, 58:m y sigs.

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