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¿ POR EL SEÑOR, O POR EL VASALLO? -1-3 Pero las imágenes, que le traían preocupado, se presentaron en sueños con redoblada viveza. Un ilustre señor le conducía a un mag– nífico palacio, que ,se alzaba rnejestuoso a la vera del camino. La fa– chada del castillo estaba adornada con blasones. Los muros interiores lucían armas y arreos militares, marcados con la señal ele la cruz ele Cristo. En la sala ele caballeros una maravillosa doncella aguardaba a su esposo. Lleno de gozo preguntó Francisco para quién era tanta magnificencia. "'Para ti - se le respondió para ti y para los ca– balleros de tu séquito" (18). Ahora todo le parecía claro. En Apnlia sería armado caballero. Desde allí iría, corno tantos otros caballeros de aquellos tiempos, en peregrinación a Tierra Santa, con la roja cruz en el blasón y en su cota. Lucharía por los lugares sagrados ele nuestra Redención y alta– mente ennoblecido volvería de la Cruzada. Por fin, llevando ele la mano a una noble señora, entraría con gran acompañamiento en su palacio ele príncipe. De pronto despertó, elijo adiós a los suyos. montó a caballo y se puso en camino muy ele mañana. A los conciudadanos, que se admi– rahan ele su precipitada marcha, les daba por única respuesta: "Sé que seré un gran príncipe'' (r9). Y lanzóse a la carrera, animoso y entu– siasmado con la esperanza ele riquezas y honores terrenos. Después ele cabargar todo el día, llegó fatigado a Espoleto, donde tomó aloja– miento para la noche. nfas en sus sueños tuvo una nueva aparición. Hallábase en extra– ña conversación con un gran señor, que le preguntaba a dónde iba y qué intenciones llevaba. Y al contestarle Francisco que iba a Apulia con un paisano suyo, a ganarse riquezas, honra y dignidad ele caballero, preguntó le la aparición: "¿ Quién puede hacerte mayores mercedes: el señor, o el siervo?'' -El señor -- respondió Francisco. -Pues, entonces, ¿ por qué clejas al señor por el siervo, y al so- berano por el súbdito? --Señor --- replicó Francisco - : ¿ qué queréis que haga yo? --Vuelve a tu patria: pues la revelación que has tenido, se ha ele cumplir espiritualmente (20). En esto despertó y comenzó a cavilar sobre esas extrañas palabras. En •;u lcnguaj e caballeresco, señor y siervo significaban soberano Se- (18) Cel. I, 5; II, 6; Socii, 5: Bonm•. I, 3. (B. A. C., 288, 388, 798, 528.) (19) Socii, 5. (B. A. C., 799.) (20) Socii, 6. (B. A. C. ib.)

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