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¿ POR EL SEÑOR, O POR EL VASALLO? 39 La enfermedad ele Francisco fué muy rebelde. Duró casi todo el invierno. En la primavera de 1204 (3) sintió que las fuerzas le iban volviendo lentamente. En poco tiempo convaleció lo suficiente para poder, apoyado en un bastón, pasearse por casa y salir poco a poco al campo. Entonces y :;ólo entonces advirtió el profundo cambio que se ha– bía obrado en su alma. Los fértiles campos, los graciosos viñedos, todo el maravilloso paisaje inundado por los rayos del sol, toda la hermosura ele la tierra, que antes siempre le había hechizado, le dejaba ahora indiferente. Ni siquiera alcanzaba cómo podía deleitarse antes en esas cosas. Todo había cambiado por completo, porque él ya no era el mismo. La prisión le forzó a reflexionar; la enfermedad acre– centó su seriedad ele vida y la lenta curación le hizo comprender to– talmente lo necio ele sus anteriores devaneos juveniles. Ciertamente no sopechaba aún que era la Providencia divina quien por medio del su– frimiento lo enderezaba hacia otros caminos. Entonces comenzó a aver– gonzarse ele su vida anterior y a despreciar lo que antes había admi– rado (4). El ambiente y la crítica situación ele su ciudad natal quizá opri– mían todavía su alma más que las pruebas personales toleradas. Asís estaba en guerra con la Iglesia. En vano había exigido Inocencio III desde abril de r 198 que la ciudad juntamente con el ducado ele Es– poleta volviera al Estado pontificio. Los de Asís no consentían en modo alguno en someterse a la soberanía del Papa, sobre todo porque los perusinos, sus enemigos perpetuos, se habían aliado con él y gozaban por eso de su especial favor (5). Todas las amonestaciones, promesas y amenazas cayeron en el vacío (6). El Papa excomulgó a los cabecillas de la resistencia (7). (3) La fecha puede deducirse de Ce/. I, 3. - Antes de acabar el año 1203 había vuelto Francisco de Perusa. La enfermedad que contrajera en la cárcel duró largo tiempo (" diu infirmitate attritus ") y, cuando sanó, las tierras labran– tías y los vii1eclos estaban en todo su esplendor ("pulchritudo agrorum, vínearum amcenitas "). Sin dnda estaba de por medio el invierno de 1203 a 1204. (4) Ccl. I, 3. (B. A. C., 288.) (5) BoNAZZI. Storia di Perugia, I, 254. - En octubre de u98 pasó Inocen– cio III quince días en Perusa, donde también nmrió y fué enterrado en 1216. (6) Cfr. los escritos del Papa a los cónsules del pueblo de Asís, "Mirari cogimur" de 16 de abril de u98, y "Magnificavit Dominus ", diciembre de II99, en PoTTHAST, Regesta Pontificum Romanorum, I, p. ro, n. ro, y p. 88, n. 927. - Véase también ~ÍURATORI, Rcrum Italicarum Scriptares, III, 1, p. 488. (7) Véase el escrito de Inocencio III al obispo Guido de Asís, "Sicut nobis tuis ", POTTHAST, I, p. 77, n. 821.

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