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CAPÍTULO IV ¿POR EL SEÑOR, O POR EL VASALLO? Pasó el invierno. La primavera hizo su entrada en la campiña. El calor estival penetró hasta el fondo de la mazmorra. Los días de cautiverio se sucedían en perpetua monotonía. Toda esperanza de paz entre Pcrusa y Asís iba desapareciendo. Ambas ciudades hicieron durante todo el año preparativos para una nueva campaña. Asís juró tomar el desquite del descalabro sufrido, castigar a los desertores nobles y reconquistar las antiguas fronteras del país y aun llevarlas hasta la misma Perusa. Ésta, por su parte, prometió con juramento a los desertores no hacer alianza ni armisticio con Asís, hasta que los enemigos estuvieran definitivamente humillados y hubieran reparado los daños causados. En tales circunstancias no podía pensarse en dar libertad a los prisioneros de Asís. Entretanto Francisco había caído gravemente enfermo, pues. si bien había soportado con ánimo esforzado la prisión, sin embargo, la falta de movimiento, de luz y de aire y las muchas privaciones habían quebrantado sus fuerzas, por lo que el alcaide de la cárcel le incluyó en la ·• Congregación y compañía de prisioneros enfermos", que podían ser rescatados por sus deudos (r). Pedro Bernardone aprontó la cantidad de dinero exigida y llevó a Francisco a la casa paterna. Era a fines ele 120.3, un año aproxima– damente después del día aciago ele Collestrada (2). (r) Cfr. FRONTINI, 96. (2) Los Tres Com¡,a1ieros. _¡, declaran expresamente: "Expleto autem anno, reformata pace inter civitates pr;edictas, Franciscus cnm suis captivis Assisium reversus est". Según esto, los biógrafos del Santo admitían hasta ahora que el año r203 se hizo la paz entre Asís y Perusa. Pero los documentos publicados por FORTINI (87-95) demuestran de manera irrefutable c111e el estado de guerra entre ambas ciudades duró sin interrupción hasta r205. El 31 de agosto de este año se concluyó la paz, pero pronto comenzaron de nuevo las hostilidades, que no acabaron sino en r209. Que Francisco fuera librado de la prisión en plena guerra, sólo puede explicarse admitiendo que Pedro Bernardone rescató a su hijo enfermo.
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