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LA PRC'EBA DE ESCCDERO 33 recibiendo y colmando de privilegios a los señores feudales de la co– marca vecma. La irritación producida por este total subyugamiento (captio ca– pitalis) aparece durante largo tiempo en los documentos. Los hidalgos ele los castillos circunvecinos tomaron terrible venganza de los bur– gueses. No sólo cobraron sin piedad tributos e impuestos, sino que además muchos siervos manumitidos tuvieron que volver al servicio de sus antiguos señores y quedó restablecida la esclavitud. Barbarroja puso por gobernador imperial ele Asís al suabo Con– rado de Urslingen, llamado Lützenhart por el lugar de su nacimiento, y apodado por los italianos :\fosca-en-los-sesos (mosca in cervello) a causa de sus extrayagancias. Hízose proclamar dtHflle de Espoleto y conde de Asís. Desde su residencia de la Rocca maggiore podía dominar toda la comarca e im– poner el cumplimiento del deber para con el emperador y los señores ieudales. Pero sobre todo el altivo castillo clehía intimidar a los habitantes ele Asís quitándoles todo deseo de hacer:;e independientes y pasar a la esfera del poder del Papa. que reclama la Umbría como joyel del Estado pontificio. Cuán seguros se sintieron los gibelinos en esta fortaleza se des– prende del hecho de que el futuro emperador Federico II, todavía niño, fuera enco111endaclo, según se cree, a la custodia de Conrado en la Rocca maggiore. Parece ser que el príncipe, teniendo ya cuatro aíios, fué bautizado con una pompa desmesurada en la misma iglesia ele San Rufino en que Francisco recibió el sacramento de la rege– neración. La esperanza que el emperador y el imperio habían puesto en Asís, se desvaneció repentinamente. El furor contra el intruso extranjero, qne aquí, como en otras partes, iba creciendo ele día en clía, descargó como una tormenta, cuando Enrique VI, sucesor ele Barbarroja, murió inesperadamente en septiembre ele n97. La noticia ele su muerle fué en toda Italia el grito de rebelión contra el partido gibelino. A prin– cipios del año siguiente, murió también el Papa Celestino III. Suce– clióle el joven y enérgico Inocencio III, que sin tardanza hizo valer sus derechos sobre el ducado de Espoleta juntamente con Asís. Por temor al ejército pontificio, Conraclo ele Lützenhart se dirigió en abril ele 1198 a Narni, para poner el señorío en manos del Papa. Aún no había vuelto la espalda a la ciudad de Asís, cuando la tem– pestad estalló con violencia arrolladora. I~I pueblo se alzó, asedió la Rocca maggiore, obligó a la guarnicifm a rendirse y arrasó la poderosa ., d
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