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CAPÍTULO III LA PRUEBA DE ESCUDERO Por lo demás, Francisco tuvo que conocer pronto la caballería y el oficio Je las armas también por el lado serio, pues su juventud coincidió con los duros tiempos en que los municipios de Italia fueron sacudiendo el yugo del señorío feudal. Asís conquistó la libertad a fines del siglo xn, en circunstancias transcendentales para la vida fu. tura de Francisco (1). Su ciudad natal, situada en la falda occidental del monte Subasio, dominaba la comarca ele Umbría desde Perusa, al norte, hasta Espo– leto, al sur. Por ello venía a ser manzana de discordia para los tiranos de fuera y para las ciudades vecinas y los déspotas de casa. Cuando en los siglos xr y xu los emperadores germánicos subyu– garon casi toda la península italiana juntamente con Sicilia, ocuparon también a Asís, si bien la ciudad recibió la promesa de verse libre de la opresión de los vasallos del país y estar sometida únicamente al emperador y a sus enviados. Pero de hecho tuvo que sufrir el rigor del emperador y ele los nobles aliados con él. El rencor nacido con ese motivo fué creciendo cada día, hasta que por fin, el año I I 7 4, desencadenó un levantamiento contra la autoridad imperial. Federico Barbarroja (n52-u90) hizo sitiar la ciudad rebelde por un poderoso ejército. que la tornó a pesar de su brillante resis– tencia. Tres años más tarde ~II77) el mismo emperador en persona entró en Asís, acompañado de brillante comifiva. Era poco antes de Navidad. El joven Hohenstaufen venía de Milán, donde había rechazado con mano de hierro a la burguesía, a pesar de haberle ésta pedido perdón con la soga al cuello. Apenas llegado a Asís subió al imponente cas– tillo roquero de Rocca maggiore, donde permaneció unos veinte días, (r) Las citas para las siguientes indicaciones locales, véanse en FoRTINI, páginas 21-57.
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