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EL CABALLERO DE CRfSTO FRANCISCO DE ASÍS Desprendíase ele todo esto que el hijo del mercader se iba convir– tiendo en caballero. Al principio sus padres se alegraban de la esplén– dida manera con que rendía homenaje a la gaya ciencia; gustaban ele verlo desfilar a la cabeza de la "áurea juventud" de Asís, admirado ele graneles y pequeños. Y aunque no dejaban ele poner reparos a su con– ducta derrochadora, sin embargo no se lo estorbaban. En especial doña Pica, con instinto noble y maternal, tenía plena confianza en los eleva– dos sentimientos y pureza moral ele su hijo y le auguraba espléndido porvenir (46). Igualmente Bernarclone sentíase halagado al ver a Fran– cisco querido ele todos ; y además pretendía, en interés de su negocio, que su sucesor fuera creciendo en íntima unión con los círculos de la nobleza. Sus sentimientos no cambiaron hasta que Francisco empezó a des– pilfarrar las ganancias, abandonar el trabajo profesional y alejarse más y mús del oficio paterno. Entonces Bernardone, viendo burladas sus esperanzas ele hacer de su primogénito un excelente heredero de su ne– gocio, dirigió a Francisco este reproche bien justificado: "Eres tan manirroto en el gastar que no pareces hijo de un pañero, sino prín– cipe ele nacimiento'' (47). Pero las reiteradas amonestaciones sólo ser– vían para afianzar al joven en su propósito. Ello originó entre el padre y el hijo aquella falta de armonía <1ue siempre ha existido entre la vara de merlir y la espada. Precisamente porque era tan fúcil el ascenso desde el estado de mercader a la caballería., solía ocurrir que comerciantes ele la buena burguesía se enredaban en dura lucha con sus hijos aspirantes a subir. [{stas frecuentes discordias familiares fueron expresadas típicamente hasta en los romances ele caballería. Así, por ejemplo, en la gesta ele Herviz de ::VIetz, el Rolclán lorenés. Herviz. hijo ele la noble Aelis y del burgués Thierry, debe a toda costa hacerse comerciante. Pero todos los esfuerzos ele Thierry resultan inútiles; pues Herviz, en vez de comprarse en el mercado ele Provins pieles, paños de Flandes y joyas ele París, malbarata en banquetes y francachelas la mayor parte del dinero que le han dado. Con el res– tante se compra un caballo, halcones y perros, parte para la caza y pronto se bate en torneos. Ni ruegos ni castigos logran hacerle reco– brar el seso. Llega a ser un héroe caballeresco y muere como cruzado junto al sepulcro del Redentor (48). (46) Socii, 2. (B. A. C.. 797.) (47) Socii, I. (B. A. C., 796.) (48) Véase el análisis de la gesta <le Herviz de Metz en GAT.TIER, l. c., 213

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