BCCCAP000000000000000000000205
EL CABALLERO DE CRISTO FRANCISCO DE ASÍS l\Iientras Pedro Bernardone se hallaba en uno de esos v1a1es co– merciales, dió a luz Pica a su hijito. Hízolo llevar a la catedral de San Rufino y bautizarle con el nombre de Juan Bautista (II). Pero cuando el padre, a su regreso de Francia, vió a su heredero, lo llamó Fran– cesco, que, en la lengua italiana de entonces quiere decir tanto como Francés. Cierto que no había ningún santo ele este nombre; pero en aquel tiempo no se atendía con tanto rigor al calendario eclesiástico y, además, ese mote de Francesco era bastante usado dentro y fuera de la ciudad de Asís (12). Bernardone lo escogió sin duela como recuerdo de "la dulce Fran– cia", el país de los negocios lucrativos y de la mágica institución caballeresca. Al escogerlo, tal vez pensara asimismo en la futura ca– rrera que deseaba para su primogénito. Como su padre, el pequeño ''Francés" debía ser un mercader capaz de llegar a caballero, unido muy de cerca con la nobleza, pero sin cambiar el ganancioso negocio por el costoso oficio de las armas. No sospechaba que el refrán "de la vara de medir, a la espada" se iba a barruntar ya desde los prime– ros años de Francisco. La primera educación del niño corrió a cargo ele la madre, ya que Bernarclone con frecuencia se hallaba ausente por cuestión ele sus asun– tos y, aun estando en casa, absorbíale por completo su tarea. Pica plantó en el corazón ele su hijito el temor ele Dios y la pureza de costumbres, amor a hacer el bien y verdadera nobleza de alma, cuali– dades que ella poseía en alto grado y que Francisco nunca perdería. como se verá más tarde, ni en medio de sus posteriores devaneos. Pero a una con esas buenas prendas de su nohle estirpe transmitió a su hijo ciertas debilidades de la alta·sociedacl. Sabernos ya que los viajes de Oriente despertaron en esos círculos la afición al lujo y a los goces. Añaclióse a ello el rápido auge tiue precisamente en los siglos xn y XIII tomaron las ciudades italianas, haciéndose libres y fuertes. Junto a la más irritante pobreza. que se ensañaba en las clases bajas ele la población, cundió en la sociedad selecta la fastuosidad en el vestir, el ansia de placeres, el estilo y los sentimientos mundanos en todas sus formas. En las ricas familias ele la burguesía o de la nobleza los mismos niños se contagiaban de esos defectos, o de propósito les empujaban (II) Cel. II, 3. (B. A. C., 386.) (12) La prueba, en FoRTINr, l. c., 26, n. r9: P10 RAJNA, S. Francesco d'As– sisi " pli sJ,iriti cavallereschi, en "Nuova Antologia ", vol. 249, oct. 1926, 387: P. :i\frcHAEL BrHL, O. F. M., De uomi11c S. Francisci, en "Archivum Francisc. hist. ", 19, 1926, 469-529.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz