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E:-;rTRE LA VARA DE MEDIA Y LA ESPADA Los Yiajantes ele comercio clirigíanse de preferencia a los palacios y castillos ele los caballeros, donde recibían hospedaje; pues las posadas eran poca~ y los caminos inseguros. Su aparición era siempre un acontecimiento para los nobles señores y demás, porque traían noveda– de~ ele tierras extranjeras y remotos países y daban oportunidad para hacer las compras necesarias en la casa y en la corte. 1;:sto ocurre en especial con los representantes ele la industria del paño. Por medio ele las Cruzadas, el· Occidente llegó a conocer y es– timar los finos tejidos y tapices orientales. A poco de la toma dé Je– rusalén ( 1099). los cruzados no acertaban a prescindir ele ellos y San Bernardo se (1uejaba ele que los caballeros se vestían y ataviaban con vanidad nmjeril. Hombres y caballos lucían flamantes tejidos de seda. guarnecidos de oro y piedras preciosas. A menudo los arrastraban por el suelo de tal manera que, al galopar. caballo y caballero aparecían envueltos en nubes ele polvo. El lujo en la indumentaria había to– mado tales proporciones que hasta los guerreros, al partir para la batalla a luchar y morir, llevaban sobre su arnés esas magníficas galas orientales (8). En los palacios y castillos no faltaba esta pompa oriental. Las ha– bitaciones estaban tapizadas y alfombradas suntuosamente, ele modo que hollaba la gente terciopelo y seda, tejidos en su mayor parte en Brabante, Flandes y Holanda, y se paseaba entre muros ele tapices multicolores. procedentes de Grecia, Siria, Persia y Sicilia (9). El mayor gasto ocasionaban los frecuentes torneos que, como es sabido. reunían a centenares y a veces millares ele caballeros. Éstos competían en fuerza corporal y afán ele lucha, y no menos en el adorno y riqueza ele la vestimenta. Del lujo y suntuosidad rle los trajes se contagió pronto la bur– guesía de las ciudades. Así se explica que los pañeros fueran no sólo los más ricos sino también los más considerados entre todos los mer– caderes, y que sus carros rodaran por todos los caminos, desde el sur de Italia hasta los famosos mercados del norte ele Francia, donde se hacía el intercambio ele mercancías entre el norte y el sur de Europa (ro). (8) S. BERNARDUS ABBAS, JJc laude iw,,ac militiac, c. 2, Mignc, PL, 182, 923. (9) Abundantes pruebas en c;AUTIER, l. c., 696-698. (10) F. Bot:RGt:ELOT, É'tudcs sur les floircs de Cham¡,aguc mur Xll. XIII et X 1/ 7 siecles, Paris, 1865; A. SC!IAUBE, H andclsgeschichte der romanischcn Vol– ker des .llittcl/ii11clischrn J!ccrcs, 1hmich y Berlín, 19o6, traducido en italiano por BoNFANTE, Sioria del co111111crcio dci ¡,o¡,oli lati11i del meditcrra11co, Turín, HJIS, 293 y sigs.

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