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22 EL CABALLERO DE CRISTO FRANCISCO DE ASÍS se ex1gia que el comerciante vendiera el paño por piezas enteras y el hierro por quintales. no por onzas y libras como un buhonero (2). Precisamente en el centro de Italia, por ejemplo, en Florencia, Perusa y Asís, el gobierno de las recién fundadas repúblicas ciudada– nas pasó en gran parte a manos de los gremios de mercaderes, con lo que vino casi a suprimirse la diferencia de categoría entre el estado feudal y el de mercaderes (3). En vista de esto, Francisco tenía opción segura a la dignidad ele caballero. Su madre Pica era ele noble alcurnia, pues las actas nota– riales siempre le dan el título ele Donna, Domina, Madonna (Señora), signo inequívoco de su noble ascendencia (14). A la nobleza de cuna aña<liósc la de corazón y sentimientos : dulce, apacible, caritativa, alegre y piadosa, distinguíase como dechado ele todas las virtudes femeni– nas (5). Su esposo, Pedro Bernarclone, gran mercader de paños, había lle– gado a ser por su industria uno de los más ricos e influyentes hombres de Asís (6). Su almacén radicaba en la plaza mayor de la ciudad y a su negocio podía augurársele brillantísimo porvenir, ya que el comer– cio ele paños ocupaba en el común de Asís una situación por demás privilegiada (7). En estas circunstancias es natural que viviera íntima– mente ligado con todas las esferas sociales, hasta con los barones y caballeros. Su comercio exterior hizo lo demás. Los mercaderes de aquellos tiempos pasábanse gran parte del año de viaje, visitando los mercados famosos, que en muchos sitios duraban casi sin interrupción y atraían compradores y vendedores de las más lejanas comarcas de Europa. (2) La prueba, en GAl'TIER, La clzernlcrie, 20 y sigs.; E~nL M1cHAEL, S. l., C:eschiclztc des de11tsclze11 Volkcs scit dem 13 Jahrlwndcrt bis .::11111 A11sga11g des Jlittclalters, I, Friburgo de Br., 1897, 209-213. (3) Cfr. ARNOLDO FoRTINI, Norn i•itci di San Francescv d'.·lssisi, Milán, 1926, 5(i. Fortini, alcalde de Asís, entusiasta de San Francisco, tiene el mé– rito de haber huroneado como ninguno en los archivos de su ciudad, para recoger las noticias locales nara la vida del Santo. (4) FoRTINI, 43.- (5) Ccl. II, 3. -To~1As DE CELANO, Legenda Prima y Secunda, así como el Tractatus de miraculis Sancti Francisci, se emplean según la edición de "Ana– lecta Franciscana", t. X, la cual, por lo demás, tanto en texto como en su nu– meración, coincide con la edición de P. EDl'ARDUS ALENCONIENSIS, O. M. C., Roma, Desclée, Lebefre et Soc., r9o6. Lo citamos de esta manera: Ce/. I = Le– genda Prima; Ce/. II = Legenda Secunda; Tract. de mirac. = Tractatus de ,11irarnlis. El número arábigo adjunto se refiere a los números de las ediciones. (6) Ce/. I, 2. - Véase Ji'oRTINI, 42 y sig. (7) Cfr. FoRTINI, 56 sig., 162.
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