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EL CA1L\LLEW1 DE CRISTO FRAXCISCO DI: _-\SÍS pasaba entre los italianos por la más flúida y grata de las lenguas po– pulares (55). En esa lengua estaban escritos los poemas épicos fran– ceses, y en francés los recitaban por toda Italia los juglares (56). Sus leyendas entusiasmaban al Caballero ele Cristo muy especialmente porque los paladines que aparecen en ellas, sobre todo los de la Can– ción ele Rolclán, combatieron y murieron mártires por la fe (57). Así se concibe que en la Yicla ele San Francisco tropecemos de con– tiimo con huellas de la epopeya francesa. Era poeta, y su vida está inspirada en la más noble poesía. Como troYador y juglar ele Dios, se acomodó sin eluda lo más posible en la letra y en la música, a las canciones de gesta. Estas le impulsaron especialmente, como se yerá, a cantar alabanzas a Dios. Con todo, no es probable que él hubiera compuesto o "inyentaclo" canciones originales en francés. Lo cierto es que ninguna se ha conseryado (58). (55) DA~TE, l. c., asegura que la "li!1gua oil ., es la más extendida "propter ,ui faciliorem ac delectabiliorem vulgaritatem ". - Por el mirn10 motivo, tam– bién otros autores italianos de aquel tiempo compusieron sus obras en francés_ Así, por ejemplo, BReXETTO LATINl escribió su Enciclopedia, titulada "Trésor ", en francés, porque esta lengua es '· plus delitaubles ''. :-.IARTIXO DA CASALE se sirvió, para su Crónica veneciana, del francés, porque es más "delitable" que las demás lenguas. Véase GASPARY, Storia del/a. lcttcratura italirrna, I, Turín, I()L:¡, 107 sig.-Véase además P. ).fAYER, De /'rxpa11sion de hI {a¡¡911c fran¡;aisr en ltalic pendant le 111oye11-iigc., en •· Atti del Congresso Internazionale di Scienze storiche ", vol. IV, Roma, 1904, y G. BERTO~I, Il D11ccc11to., ).IiJán, I9II, 47 sigs. (56) Véase cap. I, pág. 19. (57) ''Toda esta literatura nació a la sombra del claustro... Estos poemas caballerescos eran ya vidas de santos, hagiografía apenas disfrazada... Salta a la vista que Roldán, Oliveros, Turpín, son mártires. Urge! de Dinamarca, Gui– llermo de Orange, Reinaldos de 1fontalbán son todos personajes ocupados en lograr su salvación en condiciones patéticas. De todos puede decirse lo que el poeta dice de uno de ellos: "Tanto hizo en la tierra, que en los cielos es coro– nado." Heroísmo y santidad son ahí la misma cesa: ambas se confunden. Apenas se percibe el matiz que separa los dos estados, el mundo propiamente humano del mundo de la gracia. Estos dos estados se compenetran constantemente, se im– pregnan uno del otro, en la poesía igual que en la vida. Y esto constituye la grandeza de esas viejas epopeyas y su profunda belleza moral." G1LLET, Sur les pas de S. Franr;ois, 1. c., 754. (58) Igualmente injustificada es la opinión de 1I. BEAl'FRETON (S. Franfois d'Assise, París, 1925, ;- sig.), y de J. SALVAT (S. Fra11r;ois et les Troubadours, en ·' Orient '', Toulouse, 1926), de que cuando se habla de la frecuencia y gusto con que Francisco cantaba en francés, hay que entenderlo de las ca:1ciones de amor en lengua provenzal. El dialecto provenzal no era considerado como francés, como no lo eran el español o el italiano. Además, las fuentes históricas que nos garantizan el amor de Francisco a todo lo francés - país y pueblo, lengua y canto - sólo pueden entenderse del norte de Francia. y de la lengua de oíl. Para convencerse de ello, basta leer C el. I, 120. (B. A. C., 368.)

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