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EL TRO"L".DOR Y JT:(;LAR DE DIO~ han llegado ha.,ta nosotros. En la corte de'i emperador Federico, tan amante del arte y adornado ele tan buenas dispo;,iciones de espíritu, habría podido satisfacer los más desaforado:; deseos que concibe la ambición. Lo que Petrarca y Dante iueron más tarde para Italia. habría podido ter él mucho antes para su patria: y con la corona de poeta tenía asegurado el amor y prez ele parte de la belleza. Pero si era un poeta nato, mucho antes había nacido para santo". Adolfo Harnack (38) resume su juicio sobre Francisco en estas palabras: ''De esa manera, con humildad y amor, hizo de su vida un poema, él, el mayor poeta que e11t01~ces Yivía". Luis Gillet (39) considera a Francisco, desde el pnnto de ;;ista de la historia del arte. ''corno el poeta nüs maravilloso que jamás ha existido". El P. Alejandro Baumgartner (40) estima los méritos de San Francisco en la literatura italiana con estas palabras: ''El Pobre de Asís ejerció una influencia inmensa así en el arte italiano como en la literatura italiana. La llenó ele un admirable ardor del más auténtico amor ele Dios, le mostró en su pobreza y caridad m1evos derroteros sociales, la sacó de los recintos escolares y la volvió a una ingenua ale– gría en la naturaleza. Ni la crítica más rigurosa ha podido ahogar el encanto poético que rodeó todo su ser. .. Su vida misma se convirtió en un poema ... Como más poderosamente influyó el Trovador ele Asís en la poesía del período inmediato fné revistiendo su amor a la pobre– za y renunciamiento bajo la figura ele un desposorio; ele esa manera provocó una poesía de amor, que. en abundancia y vuelo poético, en riqueza de imágenes y belleza, podía competir con la poesía de amor profana de aquel tiempo y así prestó un impulso más elevado a toda la vida intelectual". Investiguemos ahora si Francisco se contentó con cantar canciones ajenas, o si las compuso también él. En el primer caso, le bastaría el nombre de juglar; en el segundo, sería al mismo tiempo un "inven– tor", un trovador en el sentido estricto de la palabra. El camino más seguro para dar con la contestación a esa pregunta, será considerar primeramente la lengua en que cantaba el Santo. (38) Lehrbttcl1 der Dogmengeschichte, III, 3.• ed., Friburgo de Br., 1897, 382. (39) Con todo su respeto a Santo Domingo dice GrLLET: "Santo Domingo no ofrece esa mezcla inaudita de sensibilidad y pasión, de optimismo y ele ternu– Ta, de aristocracia refinada y de genio popular, que hace de San Francisco el poeta más maravilloso que haya existido". Histoire artistique des Ordres 11Ie11- diants, París, 1912. 20. (40) Geschiclzte der TI'cltlitcrat11r, \'I: Die italic11iscl1e Literatur, Friburgo de Br., 19II, 62 sig., 64, 69.

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