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EL TROVADOR Y JUGLAR DE DIOS manamente hablando, experimentaba un gozo inmenso (6). Escriben cómo su soberano Señor feudal le comunicó poco después noticias más concretas sobre su futuro sen·icio caballeresco; y advierten que con ello se vió inundado de un grandísimo sentimiento de alegría en Dios (7). Toda su vida continuó en adelante acordada sobre esta tónica ele la alegría en Dios. Así lo asegura Tomás de Celano (8): "Siempre procuraba el Santo permanecer en el júbilo del corazón y conservar la unción del espíritu y el óleo ele la alegría. Con grandísima diligencia evitaba la pésima enfermedad de la tristeza". "Tuvo de continuo es– pecial ciuclado en conservar una santa alegría espiritual, así en su interior como en el exterior" (9). En compañía ele sus frailes sabía ser tan alegre que casi se sentían trasladados a una esfera celestial. La misma jovialidad respiraba el trato del Santo con los demás hombres. Hasta su misma predicación de penitencia venía a convertirse en un acto de alegría (10), y su sola aparición y presencia era fiesta y regocijo para todas las clases de la población (II). La alegría trasfiguraba aun aquellas lágrimas que incesantemente derramaba por la Pasión del Salvador y por sus - según él creía - innumerables y graves pecados. San Buenaventura destaca particu– larmente ese rasgo en el cuadro del carácter del Santo con estas pa– labras: ''No cesaba de purificar constantemente con torrentes ele lá– grimas los ojos de la mente, anhelando la limpieza de las claridades celestiales y teniendo en poco la pérdida ele la luz corporal... Y en medio de esa inundación de lágrimas estaba sereno ele espíritu y de rostro con una cierta alegría celestial, puesto que a causa de la pureia ele la santa conciencia, se hallaba tan bañado de la unción de alegría, que con su espíritu se elevaba sin cesar a Dios y se regocijaba de continuo en todas las obras de sus manos" (12). De la misma manera sus propios padecimientos estaban dominados por la alegría en Dios, según advierten los Tres Compañeros (13): "Su corazón de tal manera se alborozaba en el Señor, que fné lo (6) Socii, 1 r. (B. A. C., 802 sig.) (7) Socii, 13. (B. A. C., 804.) (8) Cel. I, 93. (9) Spcc. perf., c. 95. (B. A. C., 7<fo.) (ro) Cl'l. I, 23. (B. A. C., 300.) (rr) Ibídem. (12) Bo11ai•., Leg. minor, ed. Quaracchi, 1898, 236. (13) Socii, 22. (B. A. C., 810.)

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