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AMOR CABALLERESCO A DAMA l'OllREZA 111 que me <lió el Señor, fué Fray Bernardo, y se elevó a la más alta perfección en la exacta observancia del santo Evangelio, repartiendo entre los pobres todos sus bienes". Nunca le asaltó la menor duda de que esta Dama Pobreza era para sus frailes el camino de perfec– ción (36). Porque Clara de Asís y sus hijas guardaban fielmente la pobreza, Francisco las alaba diciendo que llevaban "una vida según la perfección del Evangelio" (37). Y no es que viera la perfección exclusivamente en la pobreza. Jun– tamente con su Dama ensalzaba a toda la corona de virtudes, que con la pobreza y junto a ella hermosean el alma y le prestan una belleza armónica (38). Pero el fundamento y la promotora de todas las ex– celencias del alma es en su concepto Dama Pobreza. Habiéndole pre– guntado los frailes cuál es la virtud que hace al hombre particular– mente amigo de Cristo, Francisco respondió sin vacilar (39): "La pobreza, hermanos. Sabed, hermanos míos, ·que la pobreza es el ca– mino más seguro para la salvación, corno fundamento que es de la humildad y raíz de toda perfección; y sus frutos, aunque ocultos, son múltiples y abundantísimos. Ella es aquel tesoro evangélico escondido en el campo; para comprarlo se deben vender todas las cosas y des– preciar por amor suyo las que no pueden venderse". Por eso Jacopone de Todi, en un diálogo entre Francisco y la Po– breza, hace decir a ésta que ella nunca se presenta sin la compañía de las siete virtudes que le están inseparablemente unidas, a saber, la caridad, la obediencia, la humildad, la continencia, la castidad, la paciencia y, por fin, la esperanza, que es la "camarera" de todas las demás (40). Y de hecho, el Santo vió a su idolatrada esposa en figura de una señora maravillosamente hermosa, adornada de preciosísimas joyas, pero cubierta de un miserable manto (41). Dama Pobreza, sostén y protección de todo el cortejo de virtudes. En una visión se le confirmó asimismo cierto día que la pobreza es ante todo alma de los tres consejos e1,angélicos y votos religiosos. Tres damas, idénticas en estatura, rostro y edad, saliéronle al encuen– tro entre Campiglio y San Quirico , se inclinaron reverentes ante él y le saludaron con estas palabras: "Sea bienvenida Dama Pobreza". (36) Cel. II, 55. (B. A. C., 421.) (37) Opuse., 75. (B. A. C., 33-34.) (38) Opuse., 18, 20 sig. (B. A. C., 67.) (39) Bonav., 7, 1; cfr. Ce!. II, 200. (B. A. C., 569, 504.) (40) FRANCESCO TRESATTI, Le poesie spirituali del B. Jacopone da Todi, Ve– necia, 1617, 351-353, (41) Ce/. II, 82. (B. A. C., 436.)

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