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ro8 EL CABALLERO DE CRISTO FRANCISCO DE ASÍS dió cuerpo y alma. Buscó su favor y gracia, como un pretendiente busca el favor de su dama adorada; cantó sn hermosura, su hechizo y su bondad, como ningún trovador alabó a la esposa de su señor; se dedicó a su servicio, como jamás caballero sirvió a su dama; cultivó su amor tan "fina y lealmente., (22), que un contemporáneo y testigo ocular pudo escribir (23): "El bienaventurado Padre, mientras vivió en este valle ele lágrimas, despreció como basura las mayores riquezas ele la tierra, y, ambicionando más excelso honor, se abrazó de corazón con la santa pobreza. Considerando (1ue ella fué tan amada del Hijo de Dios y vive en cambio como desterrada ele la tierra, quiso con en– trañable amor desposarse con ella. Prendado ele su hermosura, a fin ele unirse más estrechamente con esta sn espo,,a y (llle fuesen dos en un espíritu, no sólo abandonó a su padre y a su madre, sino que se despojó ele tocias las cosas. Por esto le fué dado estrecharla en sus bra– zos y quiso ser sin demora su aclora(lo espo:iu ... "Nadie tan codicioso de oro como él celoco de la pobreza, y nin– guno tan solícito en guardar un te~oro, corno él en conservar esta evan– gélica margarita. Sentíase sobremanera ofendido y contrariado. si dentro de casa o fuera de ella veía en los frailes algo opuesto a la pobreza. En verclacl, él mismo. desde la fundación de la Orden, nada poseyó sino una túnica, la cuerda y los paños menores. El solo aspecto de su hábito raído indicaba dónde cifraba su fortuna. Por esto, alegre. seguro, confiado. gozábase ele haber vendido al ciento por uno las pere– cederas riquezas del mundo." Al acercarse su muerte, hizo el último esfuerzo para entonar a la pobreza, en su Testamento, un emocionante canto de cisne (24). Des– pués hizo que lo echaran en el suelo y lo despojaran de su áspera túnica. Su guardián adivinó el deseo del moribundo pobre y le presen– tó al momento otra túnica, paños menores y un gorro hecho ele paño burdo, que necesitaba por su reciente operación de los ojos. Y dijo al moribundo: "Por mandato de santa obediencia quiero que aceptes ele mí este hábito, los paños menores y el gorro. Y para que sepas que no tienes propiedad alguna sobre estas prendas, te prohibo que las des a nadie". ( 22) Con estas expresiones se caracterizaba el poema de amor caballeresco : Amor fino y leal. Quiere decir amor que dedica un culto a la dama, amor que exige largos servicios, hazañas, proezas. Por grande que sea a veces la debilidad de las canciones de aventuras, llevan no obstante grabado este carácter caballe– resco y elevado". E. LrTTRÉ, De la poésic épique dans la sodété féodalc, "Revue des Deux Mondes", 1854, III, 58. (23) Cel. II, 55. (B. A. C., 421.) (24) Opuse., 79 sig. (B. A. C., 34 sig.)
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