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PRÓLOGO El título de este escrito no procede del autor, sino de los más an– tiguos biógrafos de San Francisco. Tomás de Celano le llama "nuevo caballero de Cristo, valeroso caballero de Cristo" (Cel. JI, 2I), "ani– mosísimo caballero de Cristo, incansable caballero de Dios" (Ce!. I, 9, 36, 72). De igual manera aparece en los Tres Compañeros como "caballero de Cristo'-' que "sale a canipa1""ía vestido de la armadura de Cristo" (Socii, I7 j. Asimismo San Buenm:entnrn habla del "nuec¿•o caballero de Cristo" Francisco, del "nuevo paladín de Cristo"_, del "infatigable e invencible adalid de la milicia de Cristo" (Bonav. I, 5; 2, 2; 9, 7; IJ, 9-IO). También los modernos investigadores han ¡,arado la atención en los rasgos caballerescos de la figura de Francisco. Tal ve,'J con más fijeza qu,e nadie, el autor de estas líneas. Repetidas 'l'CCes se ha re– clamado una monografía sobre la caballería del "Poverello". Así recien– temente el ingenioso erudito y literato francés Luis Gillet: "¡ Qué hermoso libro podría- hacerse sobre Francisco, paladín!" Y sin em– bargo hasta ahora todo ha quedado en buenos deseos. Y eso, a pesar de que sólo por la caballería pueden explicarse completamente la per– sonalidad y la esencia del Patriarca. de Umbría. Su vida caballe11esca se divide en dos secciones. En la primera se lleva a- cabo la formación del caballero de Cristo; en la segunda se pone de ·manifiesto la prueba del caballero de Cristo. Guiados por las fiientes históricas podemos seguir paso a paso la formación del caballero de Cristo. Nacido en época y ambiente caba– llerescos y mecido por su,e1ios de principados terrenos, Francisco se ve arrastriado más y más hacia la milicia de Cristo. hasta ser por fin c·onsagrado caballe1·0 del "Emperador celestial". Desde ese momento se acredita como paladín del SeHor de los ejércitos. En lugar de salir al campo cabalgando en brioso corcel, con briltante arnés y a banderas desplegadas, tonia "la armadura de Dios, la coraza de la justicia, el escudo de la fe_, el yelmo de la salud y la