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102 EL CABALLERO DE CRISTO FRANCISCO DE ASÍS una grande alegría y maravillosa nueva. Desde que existe el mundo no se ha oído cosa semejante, como no sea de Jesucristo, el Hijo de Dios. Pues nuestro Hermano y Padre apareció poco antes ele su muer– te como crucificado, llevando realmente en su cuerpo las cinco Lla– gas del Salvador". De esta manera todos los pensamientos, aspiraciones, obras, ora– ciones, sufrimientos y muerte de San Francisco se armonizan para for– mar una epopeya arrebatadora. Desde su consagración de caballero en San Damián hasta su muerte en la Porciúncula, sirvió a su Señor en heroico vasallaje, y en todos los aspectos se hizo conforme al Crucificado, en cuanto es posible a un simple mortal. Mas Jesucristo, el Señor crucificado, galardonó a su paladín con amor regio, pres– tándole su propio escudo de armas y convirtiéndolo en un perfecto traslado de sí mismo. Este es el misterio del Caballero de Cristo y su Señor. Un miste– rio tan admirable que, a su vista, la Cristiandad se quedó pasmada, los historiadores lo trasmitieron con mano piadosa y hasta un escudero seglar compuso estas líneas tan sencillas como hondamente senti– das (58), que procuraremos traducir lo más literalmente posible: Con piadoso sentimiento se crucifica en amor hacia Jesús cada día; pues en .m fiel corazón recuerda con qué bondad Jesús en la cruz pendió y las santísimas Llagas por nosotros recibió. Por eso Cristo gracioso su imagen en él grabó en farma maravillosa. a manera de blasón. Protegido de ese escudo, guerra al diablo declaró como ningún caballero hacerlo jamás osó. Y si alguno m.e pregunta la causa, de ese fa,vor, con humildad le respondo: ªNo sabría darla :vo". Mas bien puede adi'Z:inarsc que el que es del cielo S efíor estimó sobre manera a ese tan santo Varón, pues le adornó con las armas.. con que un día el buen Pastor a la Cristiandad entera sobre la cru::: redimió. Ven, Jesucristo, consuélanos de tus Llagas en honor. por las cuales adquiriste vasallo de tal rnlor. Y con tu santa doctrina finalmente llévanos a las delicias del cielo, a gozar siempre de Dios. (58) LAMPRECIIT DE RATISBONA, Sanct Fran:;isken Leben, publicado por pri– mera vez por KARL \V1n:,,inor.n, Pa<lerborn, r88o, vv. 4236-4263. - Lamprecht
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