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EL CABALLERO DE CRISTO y se SEÑOR <Jí En otra ocasión iba por el camino que pasa junto a la Porciúncu– la, y se lamentaba y gemía en alta voz. Un clérigo, amigo suyo, le salió al encuentro y le preguntó qué le había ocurrido. "La Pasión de nuestro dulce Salvador - le respondió Francisco_:_ Lloro la Pasión del Salvador Crucificado y no me avengonzaría de ir por el mundo entero llorando y bmentando la Pasión de mi Señor. - Y esto lo dijo con tan vivo sentimiento de dolor., que también su amigo comenzó a llorar con él en alta voz" (36). Hasta en su figura !'.rtcrior se caracterizó Francisco como caballero ele] Crucificado. Ya hemos mencionado anteriormente cómo en el miserable sayo t1ue le clierun los criados del obispo Guido, trazó una cruz semejante a la que traían los Cruzados y caballeros de úrclenes Militares (cap. 7). Asimismo, el hábito que más tarde adoptó para su Orden, tenía la forma de Cruz y expresaba los sentimientos ele la cruz, según cuenta :-:u primer biógrafo (37): "En la cruz quiso ence– rrarse eligiendo un hábito '[L1C representaba la figura de la cruz. Si bien escogió este hábito pon1ne era el más conforme a la pobreza, debía servir también para expresar el misterio ele la cruz. Su cuerpo entero debía revestir exteriormente la cruz, como su alma había revestido interiormente al Salvador crucificado; y porque Dios con esa señal de la cruz había vencido el poder del infierno, así también el ejército franciscano debía militar bajo esta bandera". Por lo mismo nunca usaba otra firma ni sello que la señal ele la cruz (38). Con este sello signaba sus cartas y decoraba las celdas (39). Más aún: "Toda la vida tanto pública como privada del varón ele Dios giraba al rededor ele la cruz, y desde el momento que se hizo caballero del Crucificado, aparecieron en él diversos misterios de la Cruz" (40). Fray Pacífico vió un día cómo en la frente del santo Padre brillaba una Tau (T) con resplandores de oro. Fray Monaldo contempló en cierta ocasión a Francisco clavado en una cruz, delante de sí, mientras San Antonio ele Padua predicaba sobre el título de la cruz. Fray Silvestre notó repetidas veces que una cruz de oro salía (36) Socii, 14; Spcc. pcrf., c. 92. - Cfr. Ccl. II, rr. (B. A. C., 805, 758, 392.) (37) Cel., Tract. de mirac., 2. (38) En su forma entonces usual de T. (39) Cel., ibíd., 3; Bona'IJ., Leg. de mirac., ro, 7. - También esto está muy en armonía con las costumbres del tiempo de los cruzados. No sólo los analfabe– tos firmaban con una cruz, sino que todos la empleaban en señal de reverencia. "Se pone la cruz en nombre de Dios al principio de las cartas, de los documentos, de los alfabetos. Los viajes, los combates y hasta los juegos se inician con la señal de la cruz". GAUTIER, l. c., c. 34, n. I. (40) Cel., ibíd., 2; Bona'IJ., ibíd., r, 2. 7
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