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J<_;N LA A R . lUCANÍA 18-18- 1859 75 Puebla, español) y muy atendido por los PP. Jesuítas )) : á indicación de éstos visitó la ciudad de Concepción, en cuyo puerto se embarcó para el Callao, deteniéndose al– gunos días en Lima, población importantísima, « donde ílorec(a, dice, la vida cristiana» allí se hospedó en los Padres FranCÍ<,canos, cuya vida edificante y austera se complace en consignar con marcada fruición. En el año I 7r 4 le encontramos ya evangelizando en l\Iadrás, Pero un paso tan rápido por Chile, no había dejado huella ni recuerdo del hábito capuchino, ni era conocida en este país la Yida austera y eminentemente misionera de la Orden, sino por los que en Europa ó en las regiones de Centro América habían visto los tra~ baj os apostólicos á q~1e se dedicaban. Cuando en el ai'i.o r 848 el Gobierno del se11or Bulnes encargó de nue,·o ásu J\finistro Plenipotenciario en Roma sei':ior D. Ramón Luis Irarrázaval, este negocio de las misiones, 1a Sagrada Congregación ele Propag·a1tda·Fz'de a probó sus propósitos y lo remitió al Rmo. P. Procura– dor General de la Orden Capuchina Félix de Lípari, según s e desprende ele una nota que dirigió el Plenipotenciario chileno á su Gobierno, en la que le dice: "La Congregación ele Propag-mid1l 1' 1.de , como, V. S. lo sabe ya, diversos sujetos con quienes he consultado, en particular, y la opinión general, están ele acuerdo en que la Orden ele Capuchinos es la más digna, ó una por lo menos, de las más dignas de cuantas existen, y quizá la que con !11ás fruto ha trabajado hasta el día en el ra-_ mo de misiones en distintas partes del mundo ». ( 1) (1) Vide «La ProYincia ecclesiastica ele Chile. C. XlX D 11 pú~. :210.
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