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72 llll:<IONES DE LOR PP . CAPUCllINO'< . to de las Misiones del Colegio, y al efecto, el seiior Prie to mandó en I 83 2 reedificado y org anizar con él, del mej or modo posible, la evangelizaci ón de los infieles .. En aquella lamentable confusión de lo sagrado y lo · profano, había casi desaparecido la jerarquía de la Pre– fectura ele las Misiones, á pesar· de lle,·ar el título de Vice-prefecto el Rdo. P. Rocamcra, que vivía en Santiago ; pero era éste un cargo casi nominal ) supuesto que los Superiores Provinciales ele la Prü\·incia ele la Santís ima Trinidad habían asumido las pocas atribuciones que t:n tales circunstancias era dado eje rcer en las cosas del Colegio . Ya en el afio I 8 r 7 el Papa Gregari o XVI , pro¡K so nombrar un Prefecto qu e reparara los pasados trastorn os, y para tal oficio fué indicado por el Obispo ele Santiag o y aceptado por Roma el Rdo . P. l :nzurrunzaga; pero, sin que pueda precisarse la causa. tal nombramiento no se hizo efectivo hasta el aiio r 83 I clespu0s ele la muerte de t P. Rocamora y casi al mismo tiempo en que , á petici\j n del Gobierno, se erigían las nuevas diócesis ele la Serena y Ancud. El Gobierno de la República quiso á toda costa bo– rrar la línea que por tan tos aii os había separado la regi ón civilizada ele Chile ele la que aún podía llamarse salvaje é infiel en su mayor parte ; edilicó fortalezas en las tie:rras fronterizas , y favoreció el avance .de los Franciscanos , los cuales se dedicaron con p:eneroso -empeño á st, tra – dicional empresa ele convertir los a raucanos á la Fe cristiana, civilizarlos é incorporarlos á la Igles ia católica y á la- Nación chilena; pero su celo y actividad tropeza– ron ahora con dificultades casi insuperables , nacidas de la escasez ele medios mate riales de la recelosa actitud

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