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pendiente, y que muy luego se encontró en la oportuni– dád de iniciar su acción evangelizadora. Pues con motivo de un Parlamento general de tribus y caciques indígenas, convocado por el Gobernador ,-\mat, en Laja, y al cual fu é invitado y asi stió el P. S c– guín en r 7 5 6, los indios Pehuenches, con gran admira– ción ele la asamblea, pidieron públicamente para sus tierras· misioneros franciscanos P1tcaré, P,it/rú « Padres carú », por el color del hábito que usaban dichos Padres. Aparte ele la Providencia di\·ina, que quiso se n-irse de es tos pobres sah aj es para reanudar la tradici ón apostólica de los hijos de S. Francisco entre los infieles, fmecle conge– turarse que éstos los prefirieron por los buenos re– cuerdos, recientes aún, transmitidos de padres á hijos , supuesto que no hacía sino treinta y siete aiíos q ue habían entregado la última misión araucana á los Padres Jesuítas . El Gobernador Amat, cediendo gustoso á la demanda de los Pehuenches, ele acuerdo con el Rdo . P . José .Se– guín, seii.aló á los Padres Franciscanos del Colegio de Chillán el cantón ele los Ancles en la Araucanía, donde en 1 758 fundaron la Misión de Santa Bárbara, superadas grancl@s dificultades, sobre todo las originadas por la escasez de operarios evangélicos . Sin desalentarse ante los obstáculos continuaron su obra cristianizadora; y bien pronto el Rdo. P . Fr. Angel Espineyra, después Obispo de Concepción, pasó el Bio-Bio y estableció la primera conversión de infieles en la misma falda de· la cordillera en un lugar llamado Rucalhue.

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