BCCCAP000000000000000000000204

X Á MIS LECTORES ambiciones de los heraldos de Cristo, y todos los optimismos ne– cesarios para emprender grandes cosas por Dios y por las almas. ~o serán, sin embargo, Pllos mis únicos lectores: PstP libro caerá también en manos de amigos y aun de extraiios, que viven de puertas afuera del claustro, los cuales, por cariño ó por curiosidttd legítima, tendrán interés en saber lo que hacen los capuchinos, arlemús de las penitencias y oraciones que con su vida austera predican. Pensé, pues, en los seglares; y este pensamiento me denunció el lado más delicado de mi trabajo. Sería preciso descorrer un tanto el velo que oculta nuestra vida íntima, referir algunos detalles poco gloriosos, á veces, d(• nuestro apostolado, y notar intencionadamente los desaciertos. Pero... ¿por qué atender ú candideces tan infantiles como dañosas, y no á la realidad dP los hechos cuya historia se me encomendó? ... Cuando el inmortal León XIII abrió al público los archivos secretos del Vaticano, consagró para siempre la ley de la his– toria proclamada por Ciceron (1) «Primam rsse historiae legem, ne quid falsmn dice1·e audeat, deinde, ne quid reri non audeat»; y así se lo recomendó á la Comisión cardenalicia de estudios históricos, en Agosto de 1R83. Creo, pues, <1ue puedo amparar– me en tan irrecusable autoridad, para cumplir lealmente mi cometido. Lo malo que de sí no tiene relación con la trama de los acon– tecimientos, como nada prueba en contra de una Sociedad, no hay para qué contarlo; serviría únicamente para sacar ü la ver– güenza pública ú los indignos, que afrentan momentáneamente el honor del hábito que visten y el de los principios que profe– san: no es esa mi labor; sino, simplemente, referir lo bueno y lo malo que forma el proceso histórico de nuestro apostolado en estas Repúblicas. Por lo mismo, no me detengo en sacar á luz virtudes ni méritos de particulares misioneros, si no han intluído notablemente en los acontecimientos de interés gene– ral. No creo yo que entre mis lectores se encuentre alguno el<· (1) De Omtore, Lib. II. cap. XV.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz