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5-i-i 11.liSÍONES DE LOS Jlp C.At>úCFl:INOS de su raza y de su carácter étnico; y por esta razón no se preceptúa en particular. Con todo creemos que hubiera estado muy bien reco– m~,,-dar exp!ícitammte el estudio y práctica de la reli– gión de nuestros padres, para mayor crédito de la colonia ante los extraños: sin atender al criterio de vascos dege– nerados, que no cuentan con Dios, sino con las leyes viejas para la rehabilitación de su pueblo, herido como todos los pL1eblos en lo más profundo ele su ser moral por el pecado ele origen, y por el desorden físico-psicoló– gicu que se propaga con toda sangre, y cuyo remedio no depe!1de de leyes humanas, que no llegan á la con - ciencia; ni de constituciones políticas, que miran á la co– lectividad, sin mejorar intrínsecamente los individuos que la forman . A nuestros misioneros, pues, corresponde interpretar ea su verdadero sentido la propaganda de confraternidad vascongada en las misiones que emprendan cada año, según los Reglamentos. El aislamiento forzoso en que se encuentran los vasco• argentinas exige imperiosament~ fomentar en ellos el espíritu de asociación, mu y poco desarrollado en el co– razón euskaro, fuera de las relaciones de familia y de parentesco. Para conseguirlo, deberán nuestros misione– ros organizar, en los tambos y caseríos, sociedades de mutualidad: agrupaciones de ca.sitas higiénicas que hagan agradable la vida del hogar: escuelas rurales para la ins– trucción prim:1ria de los niños: en una palabra, cuanto puede moralizarlos y estrechar los vínculos de raza, real– zándolos con los conocimientos morales y económico– sociales. Por esto, el misionero deberá utilizar su:; estudios so-
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