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40 lJISIOXES Dl<, l,OS PP. CAJ'l:CHlXOS -----------------~--~---------- .f1a sido obstáculo para que la Santa Sede, y aún Íus mismos Gobiernos de entonces y los sucesi\·os, lo toma– ran como una usurpación ó un privilegio, que existe lu:dw solamente, y no amparado en dcrcdw alguno; prue– ba de ello es que al condenar el Papa Pío IX el juranwn– to inventado por el señor don ::\Ianue1 ;\fontt para loe; Obispos, en el cual se comprometían á respetar el dere– cho de Patronato, el sefior Valdivieso ( r) que tal jura– mento había prestado ya, aprovechó gustoso la oportnni– dad para vindicar los derechos de la Iglesia, y nadie ir foé á la mar.o, sino que tal juramento cayó ipso _l;ldo en <lesuso, ni se le ha exigido después á nadie. La Santa Sede procura siempre complacer al Gobir_>!'– no, preconizando al presentado por el Presidente, rni,::11- tras sea digno, según las informaciones canónicas que exige soberanamente; pero no hay un solo anteceden!_<.'. de que haya reconocido tal derecho de presentación. Ue este estado indefinido dd asunto, se origino i~n I 8 ¡ ¡ el gran conflicto entre el Gobierno del sefior Pint,, y la Santa Sede, con motivo de la muerte del se11or Val divieso. Con arreglo á las leyes canónicas el Cabildo eligiu ,L Iltmo. sefior don Joaquín Larraín Gandarillas por \ºicari•~• Capitular, scdcawwtc: el Gobierno, creyéndose con di:re– cho á confirmar tal elección, quiso á todo trance excn– sarla pretendiendo que el sefior don Francisco de Paula Taforó, presentado por el Gobierno para suceder al st– tior Valdivieso,_ tomara desde luego á su caruo ('.l uobier- b ~-, no de la Diócesis, como \'icario, mientras llegaban lac; (1 Hrn Rafad Yalentin Yal,liYieso, segnn<lu .\rzuliit:<po dP Sa" folgo, 1~4í ha,c:ta ]Xí7.

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