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1,A E USKH-F.C IIF.A 1899 --1 9 ! J 513 la dur eza y mezquindad de los monarcas nabarros para reconocer y aún otorgar franquicias y libertades, y respe– tar las tradiciones de sus he rmanos , fueron con fr ecuen– cia causa de alianzas exóticas con las familias reinantes de Castilla y de Francia. E'ite error político sostuvo la desmembración de aquellos Estados y preparó la ruina de un pueblo, do tado por la divina Providencia, con larga mano, de elementos abundantes de vida , con hermos:is costa s, bravos marinos : pue rtos comerciales, como Bil– bao y Bayona; zonas productivas de aceite, trigo y vino , como la ribera de Nabarra y la Rioja alabesa·; zonas de pro ducción minera, como el distrito de Somorrostro; zo– n as de producción forestal, como el lrati, Aralar, Andia y Urbasa ; centros de pesquería como Bermeo; vegas encantadoras como la de Guernika ; valles sublimes ó ri sueños como los que <;erpentean por los pliegues y on– dulaciones del Ori, Altobiskar, Mondarrain , Belate, Jaiz– k ibel, Garbea y otras muchas montañas artísticas de in– comparable belleza . Colocado, además, en posición estratégica, tenía en sus manos los destinos de sus poderoso~ vecinos de Casti– liJ. , .-\ragón y Francia, con un territorio que es un3. for– taleza surcada de barrancos, que fueron siempre la tum– ba de invasores; y erjzados de peñascos, donde se me– llarían las armas de todos los enemigos, así fueran le– g iones de Pompeyo ó huestes de Carlomagno. Pero sin un ión no hay consistencia posible : eran hermanos y pa– recían extraños por sus diferencias políticas, y así vinie– ron á cai:r en manos del sagaz Cisneros , célebre minis– tro de Fernando V de Castilla , enemigo jurado de los exhorbitantes pri vileg ios de los nobles castellanos, y em- H. MISIONES 33

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