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496 DIISIONE::l DE LOS PP. CA !'U CHINOS mente, con la convicción de una sincera fe, que fía de Dios más que de los hombres; y deja en el ánimo la serena impresión de que la Virgen de N. Pompeya qui– so dar un p;o!pe de estado, que purificase el mal ambien– te formado junto á su Imagen veneranda, y marcara una nueva era en aquella obra, emprendida con tan san– tos fines, y casi descalabrada por la malicia de los hombres. La piadosa favorecida dió cuenta de la graci:1 recibida al R. P. f\gustín, avisándole que en cuanto pudiera haría público su agradecimiento llevando al santuario la pro– metida peregrinación, como lo hizo, con el éxi to que hemos visto. Menos que esto necesitaba el celoso Padre para con– cebir los más lisonjeros optimismos respecto del porve– venir de aquel santuario, á donde la Madre de Dios ha– bía traído tantos miles de personas en circunstancias tan desfavorables: por lo cual, pensó en 1 ,rganizar aquellas manifestaciones religiosas: en Septiembre de r 905 esta– bleció en la iglesia de N. Pompeya la cofradía del Santo Rosario, afiliando en ella lo más selecto de las personas . piadosas que habían acudido á la peregrinación. Aún más ; quiso hacer periódicas las peregrinaciones, y al efecto logró reunir una comisión de distinguidas señoras y señoritas, que se comprometieron á dar el impulso necesario para que no decayera el entusiasmo entre los fieles. El Iltmo. señor Arzobispo concedió copiosas in– dulgencias á cuantos acudieron á estas manifestaciones religiosas pompeyanas, y se acordó que tod.os los años se celebrase una peregrinación general el Domingo más próximo al día 8 de Mayo, consagrado por la ferviente devoción de los pueblos del vall~ de Pompeya en Italia;
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