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49-i llrISIO~ E S DF. T,O!'l I'T'. CA P UCTIT!\'OS ble reacción ; por lo cual nuestros buenos hermanos tu– vieron que soportar estrecheces muy se ráficas y muy bien llevadas , amén del aislamiento ele personas influyentes, que sulo á la hirga iba:~ fiándose de loe; C1puchinos. El barrio ele N. Pompeya había prosperado material– mente muy poco desde el afio 1895, en qu e lo vimos tan inmundo y mal urbanizado. Es creible que, si la acción caritativa de las respetables señoras que pusieron sus ojos en aquel lodaza l para sanearlo y moralizarlo, no hu – biera tropezado con tantas intrigas y escándalos, en los siete años trascurridos se hubieran conseguido de la Municipalidad más ventajas materiales. Continuaban los mismos malos olores, el mismo inmundo riachue – lo, que arrastraba cl1:spojos animales, grasas y aguas vaciadas ele las fábricas, y el mismo humo el e las ba– suras quemadas á pocas cuadras ele distancia. Esto real– zaba más el sacrificio ele los Padres . A pesar ele lo cual muy luego se pudo apreciar un hecho elocuente: la intensa devoción á la Virgen de N. Pompeya que reac– cionaba rápidamente de su pasada postración. A cargo de R. P. Agustín de Cáseda había quedado el traer al– mas á la Santísima Madre, que había sentado sus reales entre aquellas pobres gentes, alejadas de toda práctica re– ligiosa y mal prevenidas por los sucesos pasados ; y aun– que estas prevenciones, traducidas con harta frecuencia en groseros insultos, pusieron á prueba la paciencia de los Padres , la actividad ge nial del nuevo capellán de la Virgen, acabó por hacer respetar una empresa á la qu<=' estabJ. vinculada la glo ria ele Dios y el bien de los pobres. Tan saludable reac,:ión rec ibió un empuje providen– cial en ocasión harto significativa para dejar de consig – narla aquí con algunos detalles. Cuando el día 2 de Ju-
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