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490 llIJSIONES DE LOS PP. CAPUCHINOS el Uruguay y quiso elL1dir el turnar personalmente la determinación que se le pedía. Remitió, pues, el Padre José al vicario general señor Duprat: mas en los días en que aquel se disponía á elevar instancia sobre el asunto, comenzaron las hostilidades dd señor Cuestas , Presidente del Uruguay, contra la Iglesia católica , en 190 I. Dictóse una ley que prohibía la .entrada en la Repúbli– ca oriental del Plata á todo religioso extranjero; los que vivían ya en ella quedaban amenazados por el sectarismo triunfante: y estas circunstancias detuvieron al P. José de Génova en la definitiva entrega de N. Pompeya. Pensó que sería prudente esperar el curso de los acontecimien– tos, antes de cortarse una retirada en la República Ar– gentina, caso de que arreciase la persecución. La Orden Capuchina quedó, pues, por el momento en posesión y administración de lo meramente religioso . El ambiente, que rodeaba á los Padres, era por demás pesado: aparecían culpables, disminuyeron las limosnas, los amigos se ocultaron, escaseó el ministerio sacerdotal, y hasta la misma Virgen Santísima de N. Pompeya hubo de soportar el alejamiento de muchas personas devotas, que se avergon zaban de aparecer envueltas en negocios tan feos : ¿qué entusiasmo cabe en tales circunstancias? ¡Digna expiación de los pasados desaciertos! Llegó entre tanto el fin del período trienal de su go– bierno al P. Provincial de Génova y convocado el capí– tulo, acudió á él el P: José, que fué elegido Provincial y quedó en su patria. El P. Damián de Finalborgo, después de haber sostenido personalmente todo el peso de tan odiosas contiendas, desalentado y enfermo, pero celoso del buen nombre del hábito que vestía, pidió y obtuvo

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