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3G lllISIONF,S Dl~ LOS l'l', !)APUVHINOS lico venía delegado de Roma para Jleyar á cabo las re– formas necesarias en este punto. Por eso intentaron des– de luego someterlos á la jurisdicción de los ( )bispos; mas se cuidaron bien de retirar antes al lltmo. sefior Rodrí– guez y nombrar en su lugar. como \'icario. al sei'ior Cien-– fuegos, del todo sometido á su tiranía regalista. Y como si todos los tiranuelos hipc'icritas quisieran probar de acuerdo la ley del ridículo que arrastra siem– pre al poder ci,·il, cuando se entromete en las cosas de la Iglesia, lo mic;mo que el Emperador sacristán José II, lo mismo que los corifeos de la constitución renJluciona– ria de Francia, que decretó la existencia del Ser Supre– mo. nuestros políticos funcionaron de Obispos decretan• do oraciones públicas, señalando la materia de la predi– cación que había de ser an"te todo patriótica, y prescri– biendo á los sacerdotes la oración ::pro temjorc ,, en fo. :\lisa. Pern tras de la cruz está el diablo, que no tar– dó en inspirarles medidas desúztercsadas; la incautación de todas las temporalidades de los Regulares y liquida– ción de todos sus bienes raíces . . \nte semejantes atropellos no podía menos de sentir– :c;e humí11ada y despreciada la autoridad del Vicario Apos– túlico seiior :\ lnzi, el cual resoh·ic'i desde luego pedir sus pasaportes para Yoh·ersc á }Zoma. El Gobierno aceptó sin Yacílar la retirada. pero quiso (:ncubrir su indi:-:!;no proceder inYitandu al Prelado \'ica– rio á que señalara Prm·isores para la Iglesia de Santiago y Concepci(:m. Inutil fué que :\Ionseiíor intentara un arreglo en este detalle por el bien de la Iglesia; el :\ Ii– nistro Pinto se empeii.ó en que se había de nombrar dos indignos, uno de ellos el seiior Cienfuegos; y á éste. además, sin delegación de su legítimo Obispo retirado in -
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