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J\UEVA 1'01\Il'FYA 1805--l!HI 483 I 899. Al mismo tiempo invitó al P. Damián á hacer re– vísa"r todos los libros ele entradas y salidas quP. tu \'iera en su poder, resultando notable diferencia entre las en tra– das anotadas por el señor Broggi y las declaradas con documentos irrecusables por el P. Dc1mián. Sobre estas diferencias estaban todavía las cantidades invertidas pos– teriormente: á última hora, en obje tos ele culto, vidrieras y altares encargados á Eurt1pa, según decía el antiguo capellán: afirmación qne jamás pudo comprobar, pues invitad::i,s las casas indicadas por él á qu e declarasen si tenían algún encargo para Pompeya, su respuesta foé siempre negativa, lo mismo que á la intim::i.ción hech:i por el P . Damián á dichas casas ele remitir cualquiera cantidad que se les hubiera anticipado para los objetos aludidos. En tan viclrio.30 estado ele cosas, el P. Superior ele Ca– puchinos iba adelantando la obra ele la iglesia ele Nueva Pompeya hasta ponerla en condiciones ele ser habilitada para el culto, valiéndose ele las limosnas ele los fieles notablemente clisminuíclas por los od iosos recelos que en derredor de la obra de Pompeya se habían formado ( I ) , por cuentas que diariamente tenían que rechazarse. El Iltmo. Sr. Castellanos había fallecido en I 899; el P. Damián, pues, dirigióse al Sr. Vicario capitular (S. V.) Mons. Luis Duprat, invitándole á bendecir solemnemente (1) En aquella situación venladernmen te crílica , la Orden Ca– puchina experimentó la Providenci:t divina, por rnerlio el e la fami– lia del señor don Da,·itl Linarí, quien, :i, unn con su esposn., acudi e– ron con limc,snas extraordinnrias á rcrn r rlifn la miseria :'t qu e se Yió r educido el P. Damiún. Por lo cunl es justo r¡u e los capuchi nos con;;en·en este recuerdo de aquella fam ilia, a la cunl rendimos gmtosos aqur, tributo público de a 5 radecimiento.
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