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N u ~:v A Po~1PEY .1 ! f.;~15_ ¡DI l 4:3 1 Provincial, el cual, estudiados minuciosamente todos los precedentes, solici.ó y obtuvo de la Curia eclesiástica un oficio del día 4 de Noviembre de r 899, ii:sertado en los diarios católicos y en la Revúta, autorizando á los Pa– dres para recolectar limosnas bajo su exclusiva respon– sabilidad, y declarando que el P. Guardián de capuchinos, quedaba encargado de la prosecución de las obras de N. Pompeya, las cuales habían estado hasta entonces á cargo del presbítero don Daría Broggi. Con esta declaración oficial, la Orden quedó desli– gada de responsabilidad sobre cualquier otro gasto ú obra que se intentara, y en situación más definida ante el público, que ya murmuraba de los Pddres, vista la contradicción entre lo ofrecido y lo que se hacía. Hasta aquella fecha, el señor Broggi, sin dejar de proseguir la ejecución de sus ideales, ni de ré.caudar en abunJancia li– mosnas para el templo de Pompeya y alhajas para el culto; y mientr2s levantaba hasta la altura de la bóveda la capilla del Niño Jesús de Praga, había conservado con el F. Darnián de Finalborgo cierta calculada amistad, en la que se amparaba para cohonestar sus procedimientos t~rtuosos. Es probable que el mismo P. Superior inten– tara buscar un término medio á las cosas, por no llegar á un rompimiento escandaloso con aquel .atrevido sacer . dote, que tan á su antojo disponía ele la voluntad de personas pudientes: entre las cuales, á pesar de todo, había cundido una ardiente devoción á la Virgen del Rosario de Pompeya, cuya imagen milagrosa se pro– pagó con abundancia. Pero ante la autorizada y definitiva actitud_ del Padre José de Génova , Broggi cambió de rumbo y se puso H. MISJONES 31

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