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J,A REP LTBLTC'A ARUENT!NA 4G7 rido en los últimos veinte años, es la de un gran mercado, donde se han dado cita todos los hombres de negocio del viejo y nuevo mundo. S e nota sin esfuerzo, en Bue– nos Aires y en las grandes poblaciones de su provincia particularmente, una fiebre de lucro, y una intensidad de movimiento comercial , qu e si corrie,a parejas con la edución moral y relig iosa y con el desarrollo del ele– vado espíritu , que, en general, informa las leyes, pondría á la Argentina á la cabeza de los pueblos civilizados. No corresponde rlesgraciadamen te á la letra de la ley, ni al progreso material, el sentido moral de es ta joven nación. Hay que confesar, que en una centuria se han conso– li:lado cier tos principios de orden y gobierno, qlle en vano se buscarían qui zá en pueblos envejecidos del anti– guo mundo ; pero los hombres reflexivos, nacionales y extranj eros, notan muy luego en el pueblo argentino el ' desequilibrio entre el progreso material y moral. La ins– trucci ón primaria es mu y deficie nte; la segunda enseñan– za apenas está orientada y organizada, á pesar de que los hombres, que en estos últimos años alternan eq el poder, demuestran laudable empeño por mejorar la situa– ción. La Religión católica, que es la del Estado, recibe de é l toda clase de deferencias; pero al mismo tiempo se con• siente la audacia impía ele la prensa sectaria, que diaria– men te calumnia al sacerdocio, á Dios y á todo lo más santo y sagrado. No es halagador para el orgullo nac io– nal de los hombres sensa tos , el ve r °la poca seguridad con que el sacerdote, )'. más aún el rel ig ioso, aparecen en las calles de las grandes poblaciones , e n las cuales

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