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40± NISIO~ES DE LOS PP. CAPUCH INOS más, en esta nación, exis te completa libertad de enseñar y de aprendtr con el maestro y en el colegio que uno quiera: el Estado fiscaliza solamente la higiene y la mo– ral de la escuela. y en las primarias particulares impone los textos oficia les. De las 5 .ooo escuelas de nifios que hay en la República. una tercera parte son privadas, y en ellas se educan los alumnos moral y religiosamente, según quienes sean los directores y maestros. La Iglesia católica no cede en es te punto la palma á ninguna otra institución; solamente en la capital federa! sostiene 5 2 colegios de nifi os y ro3 de niiías; todos organizados por sociedades ele seiíorás argentinas, dirigidos por religio– sas y normalistas católicas y por rn:1estros de fe probada, y sostenidos casi totalmente por el dinero de los católicos, y por algunas subvenciones, que las mismas sociedades católicas consiguen del presupuesto y loterías nacionales. Toda Parroquia tiene su escuela de ni1íos; y aún los conventos de Regulares de ambos sexos no prescinden en ningún caso de este remedio, quizá el único, para salvar la niñez y con ella la fe del pueblo argentino. Exis– te además en Buenos .-\ires la Unive rsidad cató lica, con las facultades de Derecho y Ciencias sociales: y el Semi– nario Conciliar dirigido por los PP. de la Compañía de Jesús. En prov111c1as, la Iglesia sostiene trescientos once colegios y escuelas de nifios y ni1ías, que viven más ó menos florecientes según los recursos mate riales de que pueden disponer, nunca tan abundantes como la necesi– dad exige; sobre todo en las regiones más apar tadas del centro. La Constitución argentina, por fin, concede á todos libertad de asociación; y á su amparo se orgarnzan

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