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J,;N CHII,t,; Y ,\!:f;E,;'l'I\"-\ ello dió clara prueba em·iando un delegado plenipotefl– •:iario á Roma con amplias instrucciones y facultades para con el Sumo Pontítice Pío YII arreglase los asuntos ,.':deSi~isticos. Fué este delegado el canónigo de Santiago Ucm Jos<~ Ignacio Cienfuegos, el cual, entre otras comisio– nl'.s, llevaba la gradsima de que el Papa enviara á Chile un \'icario Apostólico como embajador suyo, que en su nombre diera solución á los asuntos pendientes y orga– nizara la iglesia en toda la República. La Santa Sede comprendió desde el primer momento ,a gran::dad del paso que se le pedía y que implicaba el n·conocimiento oticial de la independencia de las colo– nias, reconocimiento que podía entorpecer sus amistosas n-laciones con Espafia. ;.\las despu<'.:s de detl'.nido exa– men por una comisión de Cardenales nombrados para el caso, el Sumo Pontífice designó para tan delicada mi– sión al Presbítero Juan Muzi que luego fué consagra- .\rzobispo titular de Filipos, dándosele por compafíe– rn al canónigo Juan ;.\laría, de los Condes de :\Iastai Fe– rreti después Papa con el nombre de Pío IX) y pm· ,.;r:cretario ele la legación al Pbro. Don Juan Sallusti. Entre tanto las disensiones internas de la República, muy explicables después de la embriaguez del triunfo, y •·stando aún el naciente Estado gobernado por militares, produjeron la revolución, que sin derramamiento de sangre, separó del ( ~obierno al \'encedor ( )' Higgins. ,\ pesar de tocio, la múz'án ele Roma se embarcó en Cé– nova el () de ( )ctubre ele 1823, confirmado el Delegado <-'.l1 sus poderes por la Santidad ele León XII que había ,.;uce<liclo á Pío \'JI. Pero al mismo tiempo que los ca.tó - 1i.~os chilenos y aún todos los sud-americanos, separados ya de Espafía, se felicitaban con estas noticias, \·ienclo ea H. MISIONE~ H

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