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LA REP ÚBLI CA ARGFNTINA 441 abruma el espíritu. Parece que la naturaleza se encuen– tra allá en eterno reposo , « tendida y bostezando , , dice un poeta argentino. En los días calurosos dd , erano se produce en la pampa el curioso fenómeno del espejis– mo, que ofrece á la vista asombrada del que la atravie– sa, paisajes hermosos flotando en el espacio, que no son sino los pequ eños oasis del suelo agrandados tres veces más; y con mayor frecuencia todavía , se cree contemplar extensos lagos, .que reflejan el sol sobre tersa y crista– lina. superficie . Parece que Dios prepara tan bellas ilu– siones, para indemni zar al hombre de la impresión de encogimiento y tristeza producida por la realidad. Los mismos habitantes y natural es de la pampa llevan en su fisonomía algo de la taciturnidad y monotonía <lel suelo que los sustenta, y del cielo que parece oprimirlos con su inmensidad . Por lo demás, el clima, aun en las pampas, es sano; la mortalidad es muy escasa proporcionalmente á otros países, y se produce principalmente en los niños, de los cuales mueren el 2 por I oo durante el primer año, por el abandono y por falta de higiene doméstica . Res– pecto á los adultos se observa, que es mucho menor la mortalidad en los extranjeros que en los argentinos: lo cual abona en favor de la salubridad de un país, á donde acuden tantas las razas. Todas, en efecto parece haberse dado cita en la Re– pública Argentina; es un país cosmopolita; pero la pro– cedencia é tnica del mayo r número puede definirse con basrante exactitud, agrupa ndo sus habitantes en indíge– nas, europeos, criollos y mulatos. Los primeros descien– den de los aborígenes del país llamados charrúas, que poblaban antes casi toda la banda oriental y occidental del río La Plata , y fueron internándose, en la región que
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