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EN CHILE 1903--1 911 435 buenos amigos ó parientes que 1Ievaron (por fuerza qui– zá) al penitente al re tiro, cuando al décimo día van á sa– carlo, y felicitarle por sus amistades ron Dz'os le induzcan á beber, para celebrar el acontecimtento. Se resisten á todo; no quieren salir de la casa de ejercicios; allá se han disciplinado sin piedad: han jurado no beber más, ni menos emborracharse; pero las cariiíosas solicitacio nes de los suyos acaban , muchas veces, por con vencerlos, y el mismo día reinciden -_en _lo pasado. Por aquí se podrá calcular el grado de mal icia ú obs– tinación que debe verse en la deg radació n moral en que á veces encuentra el misioi1ero á estos desgraciados; y cuántos males pueden temerse, el día en que la palabra del sacerdote pierJa su ascendi ente sobre ellos. No dudamos afirmar que el ministerto sagrado entre los pobres obreros y sus familias ( I) es el más apo stóli– co, que hÓy puede y debe ocupará nuestros misioneros ; con la particularidad que, siendo el más ·sacrificado, no se presta á peligros , rii exige grande preparactón teórica científica; sino un deseo sincero de hacer el bien, de aco– modarse á los alcances intelectuales del pueblo, y cono– cimiento práctico de sus cos tumbres y hasta de su pecu- liar lenguaje. IV. Fll ministeri c> en los conventos Aparte de las obras social e'> que dejamos apuntadas, y que, e n l~s a plicaciones aj enas al culto , se ej ercitan fuera del templo, nu1:: stros misioneros tienen ancho cam- (1) Se dan tandas de eje rcicios p[,ra mujeres y para niños, por separado.

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