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EN CHl!.E 1903-1911 427 fortifica en el cumplimiento de sus deberes morales, en virtud de la palabra y de la gracia de Dios, que se pro– diga en las misiones. De estos seíi.ores ó terratenientes los hay que poseen fabulosa extensión de terreno, que en Espaíi.a é Italia bastan para formar el patrimonio de pueblos de dos ó tres mil habitantes. Los inquilinos viven diseminados por toda la propie– dad; el patrón les da su casita, algún trozo de terreno , que cultivan para sí mismos, y un pobre salario, amén del derecho á tener algunos animales de cría y aves do– mésticas para los pequeños gastos de su manutención . Estos inquilinos fijos y los trabajadores asalariados qu e accidentalmente paran en los .fundos durante la época de las cosechas, son los que acuden á la misión, que se da ordinariamente en la capilla de las casas del patrót~, y con frecuencia en los patios ó corredores al aire libre. Hay misiones de esta clase en las que se reunen á oir la palabra de Dios y recibir los SS. Sacramentos mil y hasta tres mil personas, según la mayor ó menor facili– dad que se les proporciona, y la proximidad de las ca– sitas de los fundos vecinos; y aun cuando estas misiones se den anualmente, siempre se encuentra gente nueva, que en su vida andariega va prestando sn trabajo á dis– tintos patrones ; y por eso es proviJencial, con frecuen– cia, el que estas g entes se encuentren en tiempo de mi– sión en los fondos donde trabajan, pues ordinariamente son conquistas preciosas de la divina gracia, y salen de habituales ocasiones de pecado en que viven. En estas misiones los Padres son completamente inde– pendientes y responsables en los actos religiosos, y á
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