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ES CHILE 1\)03-1911 425 á pesar de la lluvia que casi todos los días caía, no obs– tante estar en pleno verano (del r. 0 al r 5 de Enero); pero aquellas gentes sencillas se consolaban diciendo que, el ruido de las carretas, el de los cánticos y la aglo– meraci ón de gentes eran causa de tiempo tan anormal en aquellas mon tafias . El P. Mariano, que escribió intere– santes apuntes sobre aquellas jornadas, dice que los campesinos eran profundamen te creyentes y de costum– bres muy mori geradas, á pesar del abandono forzoso en que se encontraban . La misma fe y fervor religioso en– contraron en el pequefio pueblo de Santa Bárbara, á donde, anunciada la misión , acudieron de todos los cam– pos vecinos en grai1 número, llegando á 5,ooo las per– sonas que reci bieron el Sacramento de la Confirmación. Es real mente conso lado r el espectáculo q ue estas gen– tes ofrecen en circuns tancias análogas, que ele ordinario rod ean las mi siones del campo; abandonan sus trabajos, como nu se lo impidan los patrones, por escuchar la pa– labra de Dios , confesarse, comulgar, y hacer pon er los SS. Oleos á sus g;uag-1tas, casi siempre bautizados por algún vecino experto en este ministerio; en una palabra, á participar de los misterios sagrados en la única oca– sión que se les presenta durante el afio, y quizá durante muchos afias. Se observa que, ordinariamente, los habi– tantes de los campos y de los pueblos más separados de las vías de comunicación, y por lo mismo no invadidos aún por comerciantes y logreros sin conciencia y, á ve– ces , sin religi ?n, se conservan asequibles en absoluto á la voz del sacerdote, por más que se hallen viviendo en pecado; no se oyen las notas discordantes y antisociales de la incredul idad de que hacen alarde los que se lla– man d v /1/:·ados y explotan á los pobres rotos siempre

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